No cabe duda que José Emilio Pacheco, el prestigioso poeta Mexicano, está viviendo un año de reconocimientos a la calidad de su obra literaria. Su exigencia en la escritura, su constancia para navegar con fuerza en el mar de las palabras sin rendirse ni agotarse en el camino, lo han hecho merecedor no sólo del respeto interencional, sino también de dos premios claves en el mundo de la literatura: hace poco el Premio Reina Sofía y hoy día el Premio Cervantes 2009, que es considerado el equivalente al Nóbel en el ámbito de la lengua castellana. A continuación la nota difundida por la agencia EFE.
El escritor mexicano José Emilio Pacheco ha ganado este lunes el Premio Cervantes, máximo galardón de las letras hispanas, según el fallo del jurado anunciado por la ministra de Cultura, Ángeles González-Sinde, en una rueda de prensa. Poeta mexicano, prosista y traductor, con una obra poética incluida desde los años 50 entre las principales antologías latinoamericanas por su enfoque universal. Con motivo de recibir el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana 2009, aludió al hecho de escribir poesía porque es una forma de resistencia contra la barbarie.
El escritor mexicano José Emilio Pacheco ha ganado este lunes el Premio Cervantes, máximo galardón de las letras hispanas, según el fallo del jurado anunciado por la ministra de Cultura, Ángeles González-Sinde, en una rueda de prensa. Poeta mexicano, prosista y traductor, con una obra poética incluida desde los años 50 entre las principales antologías latinoamericanas por su enfoque universal. Con motivo de recibir el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana 2009, aludió al hecho de escribir poesía porque es una forma de resistencia contra la barbarie.
Pacheco nació el 30 de junio de 1939 en Ciudad de México, urbe que a lo largo de los años se ha convertido en inhóspita y, para este prosista, en la perfecta desconocida, como recoge el título A la extranjera de su poemario La edad de las tinieblas (2009): Nací en un lugar que se llamaba como éste y ocupaba su espacio. Ahora también en mi suelo natal soy extranjero en tierra extraña. Ya no conozco a nadie ni reconozco nada.
Miembro del Colegio Nacional mexicano desde 1986 y, desde 1994, creador emérito del Sistema Nacional de Creadores Artísticos (SNCA), ha sido director y editor de colecciones bibliográficas y diversas publicaciones y suplementos culturales.
Dirigió la colección Biblioteca del estudiante universitario y, con Carlos Monsiváis, el suplemento de la revista Estaciones; y fue secretario de redacción de la Revista de la Universidad de México, donde él estudió Derecho y Filosofía y Letras e inició su actividad literaria dentro de la revista Medio siglo.
Ha editado La antología del Modernismo y obras de autores como Federico Gamboa y Salvador Novo. Entre sus traducciones figuran Cómo es (Samuel Beckett), De profundis (Oscar Wilde), Un tranvía llamado deseo (Tennesse Williams) -en 1983 Premio de la Sociedad de Críticos Teatrales a la mejor traducción-, Cuatro cuartetos (T.S. Eliot) o Vidas imaginarias (Marcel Schwob).
También ha ejercido la docencia en Universidades de EEUU, Canadá y Reino Unido, y ha sido investigador del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH Quintana Roo). Desde 1976 publica la columna Inventario en la importante revista política de México Proceso.
En 2006 fue homenajeado durante los Encuentros de Poetas Iberoamericanos (Salamanca) y de Poetas del Mundo Latino (México). Pacheco, que se califica a sí mismo como un observador consternado, que opta por la cobardía ante los acontecimientos en su país y en el mundo
-según reveló a la prensa en junio de 2009, cuando Ciudad de México le homenajeó por su cumpleaños 70-, fue ese año uno de los autores a los que la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL) dedicó actos en su honor.
Títulos representativos de su poesía, reunidos todos ellos en 2000 como Tarde o temprano (Poemas 1958-2000): El castillo en la aguja (1962); Los elementos de la noche(1963); El reposo del fuego 1966); No me preguntes cómo pasa el tiempo (1969, Premio Nacional de Poesía Aguascalientes); Irás y no volverás (1973); Islas a la deriva(1976); Ayer es nunca jamás (1978); y Desde entonces (1980).
Después aparecieron Trabajos en el mar (1983); Fin de siglo y otros poemas (1984); Album de zoología (1985); Alta traición: Antología (1985); Miro la tierra (1986); Ciudad de la memoria (1989); El silencio de la luna (1994, Premio colombiano de Poesía José Asunción Silva de Colombia); La arena errante (1999); y las antologías Gota de lluvia y otros poemas (2006); Epitafio de fuego" (2006); la antología Contraelegía (2007), que incluyó tres textos inéditos; y sus poemas en prosa de La edad de las tinieblas (2009). En su narrativa cabe citar las novelas Morirás lejos (1967, Premio Magda Donato) y Batallas en el desierto (1981), y cuatro libros de cuentos: El viento distante y otros relatos (1963); El principio del placer (1972, Premio Xavier Villaurrutia un año después, compartido con su compatriota Jaime Sabines, autor de Mal tiempo); El pozo y el péndulo (1977); La sangre de medusa (1977, edición aumentada en 1990); y Las batallas en el desierto (2006).
Aparte del Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana (2009) y otros galardones ya citados, ha recibido el Premio Nacional de Periodismo Literario (1980); Premio Nacional a la trayectoria ensayística Malcolm Lowry (1991); Premio Nacional de Lingüística y Literatura (1992); Premio Iberoamericano de Letras José Donoso (2001); Premio Internacional Octavio Paz de Poesía y Ensayo (2003); Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda (2004); Premio Internacional Alfonso Reyes a su labor divulgadora de la literatura y la cultura hispanoamericanas (2004); Premio Internacional de Poesía Ciudad de Granada Federico García Lorca (2005); y Medalla de Bellas Artes de Ciudad de México (2009).
POEMAS DE JOSÉ EMILIO PACHECO
La diosa blanca
Porque sabe cuánto la quiero y cómo hablo de ella en
su ausencia,
la nieve vino a despedirme.
Pintó de Brueghel los árboles.
Hizo dibujo de Hosukai el campo sombrío.
Imposible dar gusto a todos.
La nieve que para mí es la diosa, la novia,
Astarté, Diana, la eterna muchacha,
para otros es la enemiga, la bruja, la condenable a la hoguera.
Estorba sus labores y sus ganancias.
La odian por verla tanto y haber crecido con ella.
La relacionan con el sudario y la muerte.
A mis ojos en cambio es la joven vida, la Diosa Blanca
que abre los brazos y nos envuelve por un segundo y se marcha.
Le digo adiós, hasta luego, espero volver a verte algún día.
Adiós, espuma del aire, isla que dura un instante.
El reposo del fuego
(Don de Heraclito)
Pero el agua recorre los cristales
musgosarnente :
ignora que se altera,
lejos del sueño, todo lo existente.
Y el reposo del fuego es tomar forma
con su pleno poder de transformarse.
fuego del aire y soledad del fuego.
al incendiar el aire que es de fuego.
Fuego es el mundo que se extingue y prende
para durar (fue siempre) eternamente.
Las cosas hoy dispersas se reúnen
y las que están más próximas se alejan:
Soy y no soy aquel que te ha esperado
en el parque desierto una mañana
junto al río irrepetible en donde entraba
(y no lo hará jamás, nunca dos veces)
la luz de octubre rota en la espesura.
Y fue el olor del mar: una paloma,
como un arco de sal,
ardió en el aire.
No estabas, no estarás
pero el oleaje
de una espuma remota confluía
sobre mis actos y entre mis palabras
(únicas nunca ajenas, nunca mías):
El mar que es agua pura ante los peces
jamás ha de saciar la sed humana.
Tarde o temprano
Homenaje a Nezahualcoyotl *
I
No tenemos raíces en la tierra.
No estaremos en ella para siempre:
sólo un instante breve.
También se quiebra el jade
y rompe el oro
y hasta el plumaje de quetzal se desgarra.
No tendremos la vida para siempre:
sólo un instante breve.
II
En el libro del mundo Dios escribe
con flores a los hombres
y con cantos
les da luz y tinieblas.
Después los va borrando:
guerreros, príncipes,
con tinta negra los revierte a la sombra
No somos reyes:
somos figuras en un libro de estampas.
III
Dios no fincó su hogar en parte alguna.
Solo, en el fondo de su cielo hueco,
está Dios inventando la palabra.
¿Alguien lo vio en la tierra?
Aquí se hastía,
no es amigo de nadie.
Todos llegamos al lugar del misterio.
IV
De cuatro en cuatro nos iremos muriendo
aquí sobre la tierra.
Somos como pinturas que se borran,
flores secas, plumajes apagados.
Ahora entiendo este misterio, este enigma:
el poder y la gloria no son nada:
con el jade y el oro bajaremos
al lugar de los muertos.
De lo que ven mis ojos desde el trono
no quedará ni el polvo en esta tierra.
* A partir de las traducciones de Angel María Garibay
y Miguel León Portilla.
Más poemas.
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