domingo, 19 de junio de 2011

John Martínez: poemas de "Danzak, piedra y acero"


John Martínez Gonzalez es poeta, periodista y promotor cultural, además de un implacable viajero. Nacido en Lima en 1981, ha publicado Collage de Viaje bajo el sello Altazor en 2009 y la plaqueta Doblando en 2010. Los poemas que presentamos a continuación pertenecen al libro inédito Danzak, piedra y acero.



Agua y acero



Escribir un poema
como una manopla
como una danza de tijeras
agujereando los credos,
razón de más para no escribir
sobre el tragaluz de agua
del danzante en luz de luna.
                 
                   Un poema que al escribirse
invoque algo más que el ritmo
la transfiguración de las extremidades multiplicándose
                      el clack clack clack
del metal
combando el aire
                    clack clack clack
la fusión de los metales
convertido en mantra.

Imposible pensar en escribir
un poema
sobre los 36 pasos
sin el río de colores y el trazo perpetuo
del arpa Apu  
          del violín Huamani,
danzar un poema escrito con el cuerpo
luego de la pagapa
designio de la danza
en un poema imposible de escribir.

Cerros
Padres,
andenes por donde el poema
baila invocando la verdadera agua
                                           el delirio mágico del metal.



S/t


El violín de Chimango
era un animal dormido
que se precipitaba levemente,
como un pájaro cuando al despertarse
estremece toda su piel.



S/t


El cuerpo es otra cosa,
el Elegido repercute entre el violín y el arpa
es un instrumento más
es la puerta entre los Apus y nosotros
es un lenguaje cifrado
un latido distinto
el Elegido
es otro cerro
otra forma de la verdad.



S/t

En el plexo de la sangre
la danza alborota al mundo
el Apu llama,
                                        la danza es dirigida
                                        el Elegido ve.



Textos sobre la Agonía de “Rasu Ñiti” luego de ver el film “Danzak”
A Gaby Yepes

Pedazos de ti arrebatándome de casa
Padre enfermo sobre una cama de maderos cruzados
   cerros     niebla      aire amanecido       la enfermedad implacable
                           entonces huir del cuarto hacia la danza
              bailando en colores como animales salvajes
o piedras vivas,
                              dejar el hogar y tener otra casa
 -para los Wamanis-   en el corazón.

Cada danzante tiene sangre de la tierra para hablar con los Apus
Cada sangre es renovada constante y secretamente en ceremonias en  lo imposible de la puna.
Entonces nieve muda        hoja de coca
                música de lagos pasajeros,
el danzante bailando bajo el sol -
                                  mi padre bajo el sol y sobre la mundo
bailando por última vez,
el Apu ha pronunciado su verdadero nombre,
lo ha llamado
y tijeras de metal para sellar el pacto con la tierra
 porque lo que sale de la tierra vuelve a la tierra en otra forma de poder
                el rastro y el vestigio
lo oído por mi
desde el vientre de mashica y coca caliente
y maíz con queso
                        cae la tarde  llamado por el Wamani mi padre danza hasta que yo también comienzo a hacerlo.


S/t


Chuspicha teje una danza
y el sonido dentro del sonido me desconcierta,
             lo inédito decora la casa
                                                               allí veo
una pata de cóndor petrificada y negra
                                                               alrededor
pedazos de metal solos
                                                               más allá
  registros en claroscuro.

       Junto a ellos los padres retenidos en los ponchos
la genealogía y el poder.
                                      Ahora la mano de Chuspicha
juntando el metal
                                  cortando el aire
ahora
       la danza desbordante
hace tintinear  la casa,
                             vuelve  narcótica la hora
   invoca
             piedras y otros idiomas mudos.

Al fondo los andenes
                  invadidos por árboles migratorios,
                                 el Sol
dora también el viento
mientras la tierra se prepara para la primera lluvia
y Chuspicha preña la atmosfera de grandes ojos.
         
                          Cae la tarde sobre la tierra
será la primera noche  del Pata Tarpuy Raymi.


PRIMERA MIGRACIÓN



Llegaron a la ciudad
y de nuevo se instalaron bajo los cerros
pero esta vez  eran de arena
allí no había retama           no había ichu
y las manos dolían de estar dormidas.

Luego
        la noche y el poder
                      acomodaron los elementos.

                                               Junto a los desiertos y la orilla
                                               entre dioses de alta marea
                                               y corazones ponzoñosos
                                               ver ahora a un gallinazo
                                               y no al cóndor,
otra piel
                                               otra forma del sonido
                                               otro estado del Elegido
                                       que vuelve a danzar para habitarlo todo.



(*)La foto motivo es de Gaby Yepes.


martes, 7 de junio de 2011

Palabras de Cecilia Podestá en la presentación de su libro "De cabeza sobre el pasto amarillo"



Hace poco, la poeta Cecilia Podestá (Ayacucho, 1981) presentó su primer libro de cuentos, De cabeza sobre el pasto amarillo (Punto de narrativa, 2011), en una inolvidable ceremonia que contó con la participación de los narradores Enrique PlanasCésar Gutiérrez y José Güich. Todos ellos, tuvieron palabras más que elogiosas para este prometedor debut, que la crítica viene corroborando en estos días con la aparición sucesiva de estupendos comentarios.  
Podestá sigue estudios de Literatura en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Ha publicado los poemarios Fotografías escritas (Premio Dedo Crítico Poesía 2002), La primera anunciación (2006) y Muro de carne (2008), la obra teatral Las mujeres de la caja (2003), y el libro de intervención urbana Desaparecida (2008), expuesto como instalación en el Museo de Arte Contemporáneo (Lima, 2008) y en el Tercer Encuentro de Escritores Latinoamericanos (Valdivia, Chile, en la Casa de la Memoria, otrora centro de detención, 2009). Dirige el sello editorial Tranvías Editores.
A continuación, Cecilia comparte con nosotros el texto que leyó la noche del 18 de mayo, fecha en la que presentó su libro. 
debo reconocer que si nunca tuve pudor aparente es porque lo reservé para estos viejos cuentos, escritos o empezados a escribir hace ya mucho tiempo, y antes del dni, cuando no estaba segura de si podría o no publicar alguna vez, lo que sea.  y quedaron guardados con mi primer intento sanmarquino de tener una carrera y un título a nombre de la nación. y no puedo no nombrar san marcos porque estos cuentos le pertenecen. fueron escritos entre sus pasadizos, salones y claro entre el bosque y patio de letras cuando entrar a clases era una mañana de biología o matemática que tenía mejor fin incluso en el sky[1] , a pesar de la hora. ha pasado el tiempo, pero ellos, mis personajes quedaron suspendidos a diferencia mía. mientras yo crecía para poder tocarlos nuevamente, ellos guardaron su desgracia y exigieron poco. si, tuvo que pasar el tiempo para que pueda reencontrarme con esa caravana que escribí o concebí y después abandoné. y ellos son los personajes de los cuentos que presento esta noche: lidia, darío del ollo, brígida castempaque molero y julio moreno vilcaluri, aunque debo reconocer que los dos últimos son más recientes en su escritura, pero sus nombres ya existían con otras posibles historias que no llegaron a puerto, sonido o grafía. 

y entre ellos hay una cecilia podestá-personaje, la editora del cuento cuarto, seudo escritora, seudo editora, pequeña mujercita con pretensiones de personaje ¿será que lo ha logrado? pero ella no es otra cosa que un seguro que me permite estar dentro y fuera de la ficción, entre mis personajes y como otro más, sin que puedan reconocerme, es decir, encubierta y eso ocurre cuando mis personajes son escritores y porque de dudar de mí o de la realidad, ellos no podrán tomarla, y seré yo finalmente la que los haya escrito y no permitiré de esta forma, rebeliones. por eso hay una cecilia podestá-personaje, para descubrirse si alguna vez julio moreno vilcaluri me toca la puerta para exigirme sus cuentos y porque yo le hice creer que eran suyos. en el caso de este libro, dos de cuatro cuentos podrían pertenecerle. julio quizá moriría desolado de saber que la verdadera autora de sus cuentos y de sí mismo es la chiquilla que tiene al lado (un departamento de la oficina principal), de la que se burla, la que sueña con escribir más que con cualquier otra cosa y sin lograrlo, fracasando una y otra vez y cuantas veces sea necesario. de igual manera yo moriría si descubro que mi autor, de ser una ficción (eso a veces no lo dudo) podría ser por ejemplo, la chica amable de las fotocopias o la chica idiota con la que comparto algunas clases y que me mira con desprecio gratuito. si descubriera que son mis escritores, mis autores encubiertos, los mataría. en fin.

bueno, después de publicar dos poemarios y medio y una obra de teatro y media, alguna tarde empecé a contar, no a escribir, solo a contar todo lo que no me había pasado, todo con lo que no había soñado, describiendo las tanáticas pesadillas que nunca tuve y por las que no desperté gritando y maldiciendo. cuando terminé, dos años después, celebré el último capítulo de una novela que no pensé en escribir. un tiempo después y pasados siete años, regresé a san marcos, para volver al mismo lugar que siempre fue “ese otro lugar”. quería mi título y entre otras cosas, también publicar mi novela, pero… la caravana apareció de nuevo, salvaje, sin permitirme más que ellos y me restregó contra la nariz el maravilloso hedor de la ficción y lo reconocí como si oliera bajo mi brazo el sudor de un enfermo. ellos eran fiebre nuevamente y ya exigían cuchillo en mano, lo que les debía.

dario del ollo regresaba, lidia y los rojoputa,  brígida que en ese tiempo solo tenía nombre y poca historia y claro, julio moreno vilcaluri, que era en un comienzo un hombre que vivía escondido entre los muros del estadio de san marcos, pero después fue el escritor que me roba todas las cosas de las que hablo, sólo en la ficción.

no importó cuanto tiempo pude haberlos dejado, ellos estaban ahí, aguardando, reclamando su lugar entre mis propios lugares. ellos habían llegado antes que todos, antes  que las mujeres que vivieron encerradas en una caja[2], o que mi mismísimo cristo[3] que nunca recibió los clavos como ira y porque su madre abandonó su destino virgen ofreciendo las entrañas a un anciano pederasta que la amaba y que además era su esposo.
estaban ahí, mirándome, esperando a que los saque de mi caja acabellada y los suelte dentro de las cabezas de otros para que puedan trepar en los demás y lograr existencia. brigida asumió el destino que le di: una comerciante coprolálica y julio, y yo -ambos dentro y fuera de la ficción- exigíamos lo mismo, volver a escribir los. y estaban todos fracturados y celebrándolo y porque yo había regresado para ellos como una hija pródiga. golpeé sus cabezas y las dejé ensangrentadas sobre un pasto también muerto, seco, amarillo, haciendo una ceremonia de sus cráneos pateados y abiertos por mí.

creo ahora que empecé a escribir poesía porque debía dejarlos y porque pudieron volverme loca, porque vivía por ellos y para ellos y solo era una chiquilla frágil que iba perdiendo ficción o realidad sin saber cuál era cuál. recuerdo que buscaba sus caras en personas desconocidas y al hallarlas necesitaba volverlas a cambiar porque estas mismas personas, ajenas al juego empezaban a notar que una chica los seguía por las distintas facultades y hasta dentro de los micros que los llevaban a sus casas. ellos eran los portadores físicos de lidia, de dario, de brígida…. y cómo no nombrar a gregorio pusmayayta, el taxista de la victoria que decide matar a su casera, una enana sucia y regordeta que se tiraba pedos en su cuarto para recordarle que pague la renta. a él no lo incluí en este libro de cuentos por depararle otro destino sino feliz, al menos diferente, aunque hallaran su final antes que su historia en las palabras de julio moreno vilcaluri, en el cuento cuarto. creo que tuve que crecer para poder meterlos en mi bolso de piezas horrorosas, con sus voces, con su dolor y tan delirantes como sus historias sucias. quizá hay juguetes con los que los niños no deben jugar sino hasta que crecen y porque no todo lo que se asume un juguete lo es y claro, la ficción no lo es y no debe ser otra cosa que lo más importante.

y hoy, alguien más aparte de mí puede verlos, a ellos, a mis personajes y son ustedes. lidia, dario, brígida y julio dentro de esta caja o libro, van a saltar ahora a sus cabezas y ustedes podrán ponerles cara, cuerpo, escenarios distintos a como yo los escribí y creo que eso es lo que quieren ellos, la imaginación y la cabeza de otros lectores como si fueran tierra u otras islas. hoy la caravana celebra y yo también. espero que los disfruten tanto como yo disfruté al escribirlos y al reencontrarme con ellos. gracias.


[1] imperdible bar san marquino.
[2] las mujeres de la caja. fondo editorial de la universidad nacional mayor de san marcos. 2003.
[3] la primara anunciación. ahos y zag¿firos. poesía. 2006.





*En la foto, de Mixha Zizek, aparecen de izq. a derecha: José Donayre, Enrique Planas, Cecilia Podestá, José Güich y César Gutiérrez.