martes, 17 de noviembre de 2009

HOMENAJE A HERÁCLITO


En la Armonía Oculta: Conversaciones sobre Heráclito, publicada este año por el Grupo Editorial Norma, se transcriben las palabras con que el filósofo Osho rinde un lúcido homenaje a Heráclito de Efeso, quien en su tiempo y a tono con su línea de pensamiento filosófico fue llamado paradójicamente el oscuro, no obtante haber constituido siempre una presencia luminosa en el pensamiento universal.



Heráclito es verdaderamente bello. De haber nacido en India, o en Oriente, se le habría considerado un buda, pero en la historia griega, en la filosofía griega, fue un ser extraño, una persona ajena. En lugar de referirse a él como un ser iluminado, en Grecia se le ha llamado Heráclito el Oscuro, Heráclito el Misterioso, Heráclito el Enigmático. Aristóteles, el padre de la filosofía griega y del pensamiento occidental, ni siquiera reconoce en él a un filósofo. Cuando más a un poeta, dijo, aunque también a pesar suyo. En otras obras, dijo más adelante: Debe haber una falla en el carácter de Heráclito, algo malo en su biología, por eso, habla de una manera tan misteriosa, en paradojas. Aristóteles lo consideraba un poco excéntrico, un poco loco -y Aristóteles domina todo el mundo occidental-. De haberse aceptado el pensamiento de Heráclito, toda la historia de Occidente habría sido enteramente distinta. Pero nunca nadie lo comprendió. Se apartó cada vez más de la corriente principal del pensamiento y la mente occidental.

Heráclito fue como Gautama Buda o Lao Tse o Basho. El suelo griego no le fue propicio en lo absoluto. Habría sido un árbol formidable en Oriente: millones se habrían beneficiado, millones de personas habrían encontrado su camino a través de él. Pero los griegos lo consideraron raro, excéntrico, un poco extraño y ajeno; no era uno de ellos. Por eso, su nombre permanece al margen, en un rincón oscuro, hasta que finalmente la humanidad se olvidó de él.



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