jueves, 30 de septiembre de 2010

Homenaje a Guillermo Dañino


Guillermo Dañino Ribatto (Trujillo, 1929) ha sido condecorado recientemente con un galardón diplomático por su labor de difusión de la cultura de China, país adonde llegó por primera vez hace treinta años.  

A partir de ese momento ha publicado y traducido más de 18 obras del país asiático. Destacan, sobre todo sus magníficas traducciones de poesía, en las que Dañino –quien se confiesa taoísta y católico al mismo tiempo- re-crea, re-descubre y re-interpreta las voces de antiguos poetas,  tras sumergirse en las profundidades simples y complejas de la palabra poética.

Como homenaje, presentamos un texto del poeta Tao Yuanming, que forma parte del libro “El maestro de los cinco sauces”, cuya selección y traducción ha sido hecha por Dañino. Tao Yuanming tuvo notable influencia en los grandes poetas de la dinastía Tang, como Tu Fu y Li Bai. El libro circula en librerías de Lima.


VI
Árboles del valle, verdes muy verdes,
En invierno y verano siempre coloridos.
Al verlos año tras año bajo nieve y granizo,
¿quién sería capaz de ignorarlos?

Detesto lo que se dice en el mundo,
camino con mis amigos hacia Linzi (1).
Junto a la puerta de la ciudad la gente discute,
Espero que puedan ayudarme a resolver mis dudas.

Desde hace varios días mi equipaje está listo,
ya me despedí de mi familia.
Camino y me detengo a la puerta de mi casa,
me siento y medito en lo que tengo que hacer.
No me lamento por el largo camino que me espera,
Lo que me temo es encontrar desengaños.
Si no compartimos ninguna de nuestras ideas
Toda esa gente se burlará de mí.

Estos sentimientos son difíciles de expresar,
Por esto, amigo, te los entrego en poesía.

miércoles, 29 de septiembre de 2010

martes, 28 de septiembre de 2010

Ted Hughes: El azor en el páramo


El cultural. es publica una reseña de A. Sáenz de Zaitegui, polémica por cierto, sobre la antología de la poesía de Ted Hughes El azor en el páramo, cuya edición bilingüe ha estado a cargo del brillante traductor Xoán Abeleira, y  que ha sido publicada por Bartleby, sello que en su momento presentó la poesía completa de Silvia Plath. El libro de Hughes ya se encuentra en Lima. Aquí la reseña:


Se llama Ted Hughes, pero quienes lo han leído lo conocen como el Hombre Cuervo. La vida hizo de él un icono; la poesía, un monstruo. Y, entre ambas, forjaron el mito.

Si busca usted en un diccionario de sinónimos, encontrará “Ted Hughes” junto a “destrucción” e “insidia”. Viudo negro de Sylvia Plath, Hughes (Yorkshire, 1930-1998) borró de la obra póstuma de la poeta cualquier rastro de acusación que pudiera culparlo del suicidio de su mujer. Desgraciadamente, también la amante de Hughes, Assia Wevill, decidió meter la cabeza en el horno y encender el gas, no sin antes haber matado a la hija de ambos. Demasiada coincidencia. O al menos eso clama el feminismo teórico-crítico, que ha erigido a Hughes en paradigma del Ángel Negro contra la Diosa Blanca.

Al margen de controversias, de una cosa tenemos certeza absoluta: Hughes es poderoso. De su potente energía se alimenta Gaudete (1977), uno de los textos poéticos más ambiciosos de la literatura europea y posiblemente la estructura narrativa menos permeable desde el Ulises de Joyce. Entre el Saturno de Goya y el Inocencio X de Bacon, Gaudete (Lumen, 2010) sigue el método de la deformación plástica como expresión del error moral, sólo que a este mecanismo Hughes añade su bestiario. Para el poeta, los seres humanos somos los únicos animales capaces de persuadirse a sí mismos de que no lo son. Pero lo somos. Existe entre nosotros y ellos una paridad que sólo a duras penas logramos disimular, gracias a curiosas costumbres como no ir desnudos o escribir poesía. Sin embargo, de Maud se dice que “parece tener cabeza de zorro,/ la piel larga y raída de un zorro gigante le cuelga de los hombros, la cola y las patas traseras sueltas bajo sus nalgas./ Las patas delanteras anudadas a su garganta, la cabeza sobre su cabeza”. La simbiosis entre mujer y bestia es una anomalía, pero nos resulta extrañamente familiar. Es una manifestación del mal que somos. Extraído de los Collected Poems (2003) pero sin Gaudete, El azor en el páramo es Hughes en estado puro: Cuervo. El ave no es aquí metáfora ni símbolo de nada: es sólo un pájaro negro que a los humanos nos parece especialmente ominoso. Nos apartamos de él no porque sea carroñero como el buitre, sino porque nos recuerda a nosotros mismos: “Vio los astros lejanos, humeando en lo oscuro, setas del bosque de la nada, condensando sus esporas, el virus de Dios./ Y el horror de la Creación lo estremeció”.

Intermediario entre Dios y el hombre, Cuervo se escribe con mayúscula, tiene vida y personalidad propias. Entre los tres establecen una alianza de codependencia y odio, una trinidad que explica todos los misterios por el procedimiento de negarlos: “Cuando Dios, asqueado del hombre,/ Se volvió cara al cielo,/ Y el hombre, asqueado de Dios,/ Se volvió cara a Eva,/ Todo pareció desmoronarse./ Pero Cuervo Cuervo/ Cuervo los juntó clavándolos,/ Juntó el cielo y la tierra clavándolos / Y entonces el hombre gritó, pero con la voz de Dios./Y Dios sangró, pero la sangre del hombre.

[
…]/Cuervo/Sonrió burlonamente/Gritando: Ésta es mi Creación,/Enarbolando la bandera negra de sí mismo”. La poesía de Hughes consiste en una idea: el hombre no es la mascota de Dios. Ahora se trata de averiguar si eso es bueno o malo.

Hughes no jue
ga a nada, no es un impostor. No hace de poeta: lo es. Como el Satán de Milton, el Hombre Cuervo proyecta su sombra sobre occidente, educándonos en una poesía pura, rota, donde desembocan tradiciones milenarias, paraísos artificiales, el producto de la inteligencia humana desde su creación hasta su apocalipsis. De la Albión más pérfida nos llega Ted Hughes, discípulo aventajado de la escuela satánica de Byron: sobrevivimos porque somos lo que somos. Byron lo llamó Lucifer. Hughes lo llama Cuervo. ¿Y usted?

LAS IGLESIAS SE DERRUMBAN
Las iglesias se derrumban
como los templos que las antecedieron.

Las resonancias del culto
parecen ayudar
a derribar tales edificaciones.


En todo ese tiempo
el río
ha ahondado su mancha
ha sido su propia purificación


entre tus pechos

entre tus muslos


domingo, 26 de septiembre de 2010

Biografía de poeta rusa Marina Tsvetáieva



Escrita por Ariadna Efron, la biografía Marina Tsvetáieva, mi madre es una de las puertas de entrada para conocer a esta autora de trágica vida y monumental obra, nacida en Moscú el 26 de septiembre de 1892, tal como señala Camilo Marks en artículo publicado hoy en el diario El Mercurio de Chile.


Si Marina Tsvetáieva (1892-1941) viera lo que ha ocurrido con ella en los últimos 20 años, creería que el mundo se ha vuelto loco: todos los días aparecen estudios sobre su obra; cada año sale una biografía; es la autora rusa más leída en su país y en el planeta; su departamento moscovita es sitio de peregrinaje para miles de personas; se planea la construcción de un gran museo en su honor; se ha bautizado con su nombre a un gigantesco barco que transporta turistas al Polo Norte; se han hecho películas, óperas y dramas basados en su vida; las composiciones que Shostakovich le dedicó se han incorporado al repertorio en los teatros de concierto; Susan Sontag, Joseph Brodsky y Doris Lessing se cuentan entre sus fervientes admiradores; Judi Dench lee sus versos en Londres y Nueva York ante salas repletas; en París, Roma, Berlín y muchas ciudades, los textos de Tsvetáieva se agotan en las librerías.


El anecdotario sobre la genial escritora es infinito. ¿Qué es lo que explica este fenómeno, que comenzó en los 80 en Rusia y pronto transformó a la autora en figura de culto universal?


En parte, los esfuerzos de Ariadna Efron, su única hija sobreviviente, quien, tras décadas de cárcel y destierro, ocupó su vida en la difusión de los libros de su progenitora.Marina Tsvetáieva, mi madre es un notable testimonio que tiende un poco a lo colosal, y se nota el peso de la censura (data de 1975): Ariadna escribe bien, pero prima la apología sobre el aporte literario. Y el retrato, aunque contiene imprescindibles detalles, es parcial.


Quizá este interés creciente, que alcanza ribetes de fanatismo, proviene de la propia figura de Tsvetáieva, quien ha sido percibida como víctima de su tiempo y, por supuesto, del poder de su poesía, que desafió a su época, a su país, a las convenciones lingüísticas, manteniéndose en el abismo de lo que se dice y lo que no se dice, de lo clásico y lo moderno, en el discurso terso, veloz, elíptico. Simón Karlinsky, su primer biógrafo, resume así la trayectoria de la artista: "El exilio, el olvido, la persecución y el suicidio pueden haber sido el destino de los poetas después de la Revolución, aunque sólo Marina Tsvetáieva experimentó cada uno de ellos".


Familia y literatura


Marina, quien pasó por tres revoluciones, dos conflagraciones mundiales y otras calamidades, proviene de una acaudalada, liberal y cultísima familia: su padre, Iván, fundó el Museo Pushkin, y su madrastra, María, fue una eximia pianista. En 1912, se casó con Serguéi Efron, del que estuvo alejada durante la guerra civil, pues Efron, de tendencias radicales, tuvo que pelear con el Ejército Blanco. El matrimonio tuvo tres hijos: Irina, la mayor, murió de hambre en 1920, en tanto Ariadna se convirtió en confidente y secretaria de su madre. En 1922, Tsvetáieva se reunió con Efron en Berlín y convivió con él los próximos 15 años, hasta su retorno a la ex URSS, en 1939. Giorgi, el único varón de la pareja, nació en París en 1926. 


Aunque ya era una figura consagrada en su patria, Marina fue víctima de la condena de las autoridades comunistas y de la hostilidad de los emigrados (no era antisoviética). En el ínterin, Efron y Ariadna comenzaron a trabajar para la NKVD, el todopoderoso órgano secreto, precursor del KGB. Al verse implicado en el asesinato de un agente, Efron huyó a Moscú. La policía gala interrogó a Marina, pero ella parecía confusa ante sus preguntas, y terminó recitándoles traducciones francesas de sus poemas, por lo que concluyeron que estaba trastornada. Aparentemente, Marina no sabía que su marido era espía; sin embargo, los exiliados la responsabilizaron por esas acciones, y el estallido de la Segunda Guerra la hizo regresar.


No pudo haber previsto los horrores que la aguardaban: el terror estalinista estaba en su apogeo y cualquiera que hubiese residido en el extranjero era sospechoso, aun cuando peor suerte corrían los escritores conspicuos antes de la Revolución. Efron fue ejecutado; Anastasia, hermana de la poetisa, encerrada en la cárcel, y Ariadna sufrió más de dos decenios en prisiones y centros de "reeducación". Marina trató de sobrevivir por su hijo de 15 años -el joven moriría poco después en el frente de batalla-, pero al ser enviada a Yelabuga, en la República Tártara, sin tener qué comer, se ahorcó en 1941. Nunca se sabrá dónde descansan sus restos.


Lo más asombroso en una persona tan asediada por la desgracia y la incomprensión, y que tuvo una breve vida, es el gigantesco corpus literario que legó: cuentos, novelas, relatos autobiográficos, críticas y, sobre todo, poemas. Perteneciente a la generación literaria más espléndida del siglo pasado, que nació y fue devorada por la Revolución bolchevique, sobresale por su heroísmo e intensidad, por estar fuera de su tiempo -"un poeta no es de ningún país ni de ninguna época", dijo-, por el desprecio a la opulencia y el materialismo de los filisteos -"sólo necesito papel y lápiz"-, por aceptar la alienación y la soledad, por negarse a formar parte de un grupo, porque la victoria no tenía significado para ella y porque la suya fue una causa perdida, en la que los héroes eran los proscritos, los marginados, los solitarios.


En esa constelación, que produjo a Osip Mandelstam -de quien fue amante-, Ana Ajmátova, Alexander Blok, Serguéi Esenin, Vladimir Mayakowski -por quien se atrevió a hablar cuando se suicidó-, Boris Pasternak, Andrei Bely -"ser perseguido y torturado no requiere torturadores, nos bastamos nosotros mismos", le escribió-, Vsevolodov Meyerhold, Mijaíl Bulgakov, Natalia Sats y muchos más, la voz de Marina Tsvetáieva resalta por el lenguaje único, que emplea escasos verbos, crea su propia sintaxis, demuele todo para encontrar la palabra y el tono precisos, y finalmente halla la razón de ser en el mito: "nada es ajeno a él, anticipa el verso, constituye la forma de todo".


Amores y poemas


Una mujer así tuvo que ser, por fuerza, ardiente e irresistible. Su amor por Serguéi Efron fue extremado, casi obsesivo, si bien ello no le impidió tener otros affaires con hombres -para Mandelstam escribió "Monolitos"- y mujeres: a la poetisa Sofía Parnok dedicó "La amiga"; a la actriz Sonia Gollidey, "Relato de Soniechka", y a Natalie Berney, conocida escritora lesbiana en el París modernista, "Carta a la amazona". No obstante, su gran pasión extramatrimonial fue Konstantin Rozdevitch, ex oficial que recibió a Marina y Efron en Praga y los ayudó en su calidad de museólogo, filántropo y eje de los exiliados rusos.


El romance fue conocido por el esposo, y Ariadna se refiere con circunloquios al adulterio de su madre con este singular personaje. Rozdevitch es el héroe de "Poema del fin", "Poema de la montaña" y "Poema de despedida"; el ciclo conforma la cima poética de Tsvetáieva, y es posible que el relativo bienestar y la calma doméstica hayan propiciado el clima para esta formidable secuencia lírica.


En 1923, la poetisa inició su larga y tortuosa relación epistolar con Pasternak, quien la idolatraba; él inspiró "Cables" y "El poeta". El vínculo fue platónico, ya que Marina evitó conocerlo en persona cuando viajó a Europa. En el mismo período, Tsvetáieva y Rilke, que conocían uno la obra del otro casi de memoria, empezaron a escribirse.
Mucho más tarde, ella y Pasternak se vieron en Moscú; el poeta, Ana Ajmátova y el novelista Ilya Ehrenburg, favorito de Stalin, fueron los únicos que le tendieron la mano en sus últimos y peores años de vida.


Cielo e infierno


En la temprana poesía de Tsvetáieva vemos a una adolescente perturbada y vulnerable que busca desesperadamente su identidad. Su verbo, extático o angustiado, penetra en la esencia que motiva a las personas. Además de estar dotada con una mente brillante, poseía una gran defensa contra la depresión: el temple para fundirse con la naturaleza y el aislamiento, junto a un extraño humor: "Mi día es desordenado y absurdo:/ al mendigo, pido pan,/ al rico le ofrezco limosna".


¿Qué significaba ser poeta para Tsvetáieva? Aunque fue fundamentalmente apolítica y no tenía mayor respeto por la Iglesia y el Estado, suscribía el concepto de la poesía en manos de un poder más alto, el Dios de los poetas: "La condición para crear es la condición de ser vencido por un hechizo. Algo, alguien, habita en ti, tu mano cumple esos designios. ¿Quién es? Aquel que, a través de ti, quiere ser".


Lo que hace de ella una de las más grandes poetisas rusas del siglo XX -algunos la consideran la voz lírica femenina más descollante de la era contemporánea- es la fusión de lo épico y lo lírico, la potestad suprema de su intelecto, el carácter innovador y, a la vez, clásico de su lenguaje; en suma, el triunfo del genio. Su deslumbrante producción le ha dado la victoria sobre el tiempo y la terrible adversidad que sufrió. Esta mujer, de rarísima inspiración, poseedora de iluminadas intuiciones y de una técnica magistral, fue también un ser humano de inmensa estatura ética. Solía decir: "El talento no significa nada, la grandeza moral es mucho más importante".


Y eso es lo que su poesía transmite: las sobresalientes cualidades de Marina. Aún así, quien valoraba más que nada la valentía, el honor, la nobleza, la magnanimidad, la devoción a la familia y a los amigos, estaba dispuesta a sacrificarlo todo por su oficio: "Nunca en mi vida me he preocupado por algo que no sea el verso". El lenguaje fue su compañero, su maestro, su esclavo, y era capaz de pasar días, semanas, meses, hasta encontrar la palabra exacta y, especialmente, el sonido justo. En "Sobre un corcel rojo", la protagonista inmola su niñez, asesina a su amante, incluso ofrenda a su hijo para ser una poeta. Jamás es grandilocuente o pomposa: en la zona entre la vida y la muerte, el cielo y el infierno, reside el fulgor de sus versos.


Tsvetáieva nunca fue del todo ignorada en su nación ni pudo serlo, dada su eximia calidad literaria. Hasta en la peor fase del totalitarismo, sus libros eran leídos por minorías en Rusia, porque el ciclo basado en Rozdevitch estaba disponible o porque algunos títulos suyos se hallaban en las universidades o formaban parte de las bibliotecas públicas o privadas. Fue, desde luego, completamente reconocida por sus contemporáneos: Ana Ajmátova la enumeraba entre una fraternidad de pares, que incluía a Pasternak y Mandelstam, quien, a su vez, la llamó "la dorada, incomparable poeta". 


Hasta Vladimir Nabokov, que la consideraba confusa y decía que seguirla le producía dolor de cabeza, terminó rindiéndose frente a ella. Y nombres tan dispares como Eugeni Evtushenko o Joseph Brodsky no cesaban de homenajearla. Este último declaró que ni una voz más apasionada ha sonado jamás en la poesía rusa del siglo XX.


Al fin, Rusia y el resto del mundo han terminado a los pies del genio lírico más trágico de la era moderna, que se alza en el poema "A los fiscales de la literatura" para decir: "¿Ocultar todo para que la gente olvide/ como nieve que se derrite o una vela?/ ¿En el futuro, no ser más que un puñado de polvo/ bajo la cruz de la tumba? No quiero".


Las memorias de su hija, con toda su carga de contradicciones y medias tintas, son, de cualquier forma, una puerta de entrada a la vida y la obra de esta superlativa creadora.





POEMAS




A  Ajmatova

¡Oh musa del llanto, la más bella de las musas!
Oh loca criatura del infierno y de la noche blanca.
Tú envías sobre Rusia tus sombrías tormentas
Y tu puro lamento nos traspasa como flecha.

Nos empujamos y un sordo 
ah
De mil bocas te jura fidelidad, Anna
Ajmátova. Tu nombre, hondo suspiro,
Cae en es hondo abismo que carece de nombre.

Pisar la tierra misma que tú pisas, bajo tu mismo cielo;
Llevamos una corona.
Y aquél a que a muerte hieres a tu paso
Yace inmortal en su lecho de muerte.

Sobre esta ciudad que canta brillan cúpulas,
Y el vagabundo ciego canta loas al Señor…
Y yo, yo te ofrezco mi ciudad con sus campanas,
Ajmátova, y con ella te doy mi corazón.

Versión de Monika Zgustová



A  Alia
                                                   mi hija


Algún día, criatura encantadora,
para ti seré sólo un recuerdo,

perdido allá, en tus ojos azules,
en la lejanía de tu memoria.

Olvidarás mi perfil aguileño,
y mi frente entre nubes de humo,

y mi eterna risa que a todos engaña,
y una centena de anillos de plata

en mi mano; el altillo-camarote,
mis papeles en divino desorden,

Por la desgracia alzados, en el año terrible;
tú eras pequeña y yo era joven.

Versión de Severo Sarduy


A Boris Pasternak

Distancia: kilómetros y kilómetros?
Nos han dispersado, transplantado
nos han ¡y qué bien estamos
en los lejanos horizontes!

Distancia y lejanías?
Des-pegados, des-soldados.
Apartaron manos, crucificaron
sin saber lo que destruían: la unión total.

De suspiros y tendones
nos malquistaron, nos esparcieron
y exfoliaron.
Muro y foso.
Separados, como las águilas.

Conspiradores y lejanías?
No nos desbarataron; nos perdieron
por los tugurios de las latitudes:
disgregados como huérfanos.

¿Cuál es, pero cuál es, marzo?
¡Como a las barajas nos han cortado!

24 de marzo de 1925
Versión de Carlos Álvarez



A Rainier Maria Rilke

Rainer, quiero encontrarme contigo,
quiero dormir junto a ti, adormecerme y dormir.
Simplemente dormir. Y nada más.
No, algo más: hundir la cabeza en tu hombro izquierdo
y abandonar mi mano sobre tu hombro izquierdo, y nada más.
No, algo más: aún en el sueño más profundo, saber que eres tú.
Y más aún: oír el sonido de tu corazón. Y besarlo.


Versión de Carlos Álvarez




A ti, dentro de un siglo 

A ti, que nacerás dentro de un siglo,
cuando de respirar yo haya dejado,
de las entrañas mismas de un condenado a muerte,
con mi mano te escribo.

¡Amigo, no me busques! ¡Los tiempos han cambiado
y ya no me recuerdan ni los viejos!
¡No alcanzo con la boca las aguas del Leteo!
Extiendo las dos manos.

Tus ojos: dos hogueras,
ardiendo en mi sepulcro -el infierno-
y mirando a la de las manos inmóviles,
la que murió hace un siglo.

En mis manos -un puñado de polvo-
mis versos. Adivino que en el viento
buscarás mi casa natal.
O mi casa mortuoria.

Orgullo: cómo miras a las mujeres,
las vivas, las felices; yo capto las palabras:
"¡Impostoras! ¡Ya todas están muertas!
Sólo ella está viva.

Igual que un voluntario le ha servido.
Conozco sus anillos y todos sus secretos.
¡Ladronas de los muertos!
¡De ella son los anillos!"

¡Mis anillos! Me pesa,
hoy me arrepiento
de haberlos regalado sin medida.
¡Y no supe esperarte!

También me da tristeza que esta tarde
tras el sol haya ido tanto tiempo
y he ido a tu encuentro,
dentro de un siglo.

Apuesto -dice él- que vas a maldecir
a todos mis amigos en sus oscuras tumbas.
¡Todos la celebraban! Pero un vestido rosa
nadie le ofreció.

¿Quién era el generoso? Yo no: soy egoísta.
No oculto mi interés si no me matas.
A todos les pedía cartas,
para por las noches besarlas.

¿Decirlo? ¡Lo diré! El no-ser es un tópico.
Y ahora, para mí, eres ardiente huésped.
Les negarás la gracia a todas las amantes
para amar a la que hoy es sólo huesos.

Versión de Carlos Álvarez

Identikit del poeta secreto rescatado en el Festival de Poesía de Rosario


El diario Clarín destaca la figura de Juan Manuel Inchauspe  (Santa Fe, 1940-1985), quien ha sido celebrado en el XVIII Festival Internacional de Poesía realizado hasta hoy en Rosario. La obra reunida de este poeta ha sido el acto central de la reunión. Les dejo el artículo escrito por Ezequiel Alemián.


Con una obra muy breve e intensa, exigente, melancólica y casi inhallable, Juan Manuel Inchauspe es uno de los poetas secretos más influyentes. Escritores más jóvenes como Alejandro Rubio, Fabián Casas o Carlos Battilana han señalado la importancia que tuvo para ellos la lectura de Inchauspe, cuya Obra poética , su edición, constituye el principal acontecimiento del 18 Festival Internacional de Poesía (...) en Rosario.

“La brevedad de la obra de Inchauspe no es un defecto: es el signo de un sistema de conocimiento literario. Su producción se retrae y se concentra, a partir, si se quiere, de la auto-exigencia e incluso de la auto-destrucción”, señala Sergio Delgado, responsable del libro, junto con Francisco Bitar.

Salvo un corto período, que vivió en Rosario, Inchauspe nunca dejó la ciudad de Santa Fé, donde nació en 1940. Admiraba la obra de Juan L. Ortiz y de los poetas italianos: Ungaretti, Montale, Quasimodo, Pavese. Tradujo a Drummond de Andrade y a Manuel Bandeira, entre otros brasileros. En 1965 editó una revista, Alto aire , donde publicó sus primeros poemas.

En 1975 publicó su primer libro, Poemas (1964-1975), en una edición que lo incomodó bastante porque no se respetaron los espacios libres, los “blancos” de las páginas que él había establecido. En su poema “La araña”, escribió Osvaldo Aguirre, puede encontrarse una objetivación del ser del poeta tal como parece imaginarlo Inchauspe. Dice el poema: “¿Cuál es, exactamente, su mundo? No lo sé /… en medio de la oscuridad / y de las palabras, / ella, la araña, emerge de pronto hacia la luz / y se aquieta de golpe / atenta a todas las vibraciones / de la red. ” En 1985 publicó su segundo y último libro: Trabajo nocturno , con apenas nueve poemas.

Para Rubio, “Inchauspe se atuvo a un repertorio limitado y lo ejecutó virtuosamente, indiferente a que se lo escuchara o no. Así logró una poesía que merece el nombre de sentimental (porque representa la realidad como objeto de aversión o bien el ideal como objeto de simpatía). Logró una poesía que no necesita apuntalarse en seguidores, antecedentes ni manifiestos y que deja su huella aunque no se compartan sus presupuestos estéticos. Como para confirmar que este cierto éxito póstumo no le hubiera importado ni mucho ni poco, dice por ahí: El centro oculto de nuestra vida / es lo que importa . Y da por dicho todo”.
Fue un poeta solitario que le escribió a la intimidad. Murió en el ´91.

“No hago literatura”, decía, “mi poesía está más cerca de la vida que de los libros” . La poeta Estela Figueroa señaló, sin embargo, que sus poemas “no contienen referencias al tiempo que le tocó vivir ni a los hechos particulares del devenir de su existencia”.

Medio centenar de poetas de todo el mundo participan en Rosario de este festival, que se inició bajo la lluvia con una maratón de lectura que matizaron la recepción de unos versos escritos por twitter y las palabras del intendente Miguel Lifschitz. Este año, probablemente por una cuestión de edad de los participantes, predomina una poesía joven, con marcas de cierto sincretismo cultural, y una entonación rítmica un tanto oral. Por la mañana los poetas realizan actividades comunitarias (visitas a escuelas, lecturas en la cárcel, en un centro toba), por la tarde leen en alguna de las sedes y por la noche leen en un bar.

Irene Gruss está dando una intensa clínica de poesía. “Cuando viene alguien y me lee unos versos donde cuenta cómo se emborrachó y se drogó en una fiesta, lo miro y le pregunto: ¿Y a mí eso qué me importa?".

Escritores en la red



La revista El Cultural del diario El Mundo ha publicado un artículo que muestra cómo los escritores se unen cada vez más a las redes sociales, a las comunidades virtuales, a los nuevos modos de dialogar y viajar juntos por el mar de internet y por la vida misma. Aquí la nota de Daniel Arjona:


Los escritores se enredan

Facebook y Twitter unen ya a autores y lectores


Entraron en nuestras vidas hace un par de años, canibalizaron de inmediato nuestro tiempo y nuestra intimidad y dispararon la curiosidad por las vidas ajenas. Las redes sociales -Facebook, Twitter, etc.- han revolucionado la comunicación y han tocado muy de cerca la actividad literaria. Los escritores promocionan en ellas sus libros, cuelgan pequeñas narraciones y poemas e interactúan en tiempo real con los ávidos lectores, que por primera vez en la historia se dirigen a los autores de tú a tú.

“Tengo salmorejo para cenar, con jamón y huevo duro picado. Y son las 21,15. Una poderosa razón para despedirme por hoy. Gracias y un abrazo”. Quien despide la jornada con tan trivial y apetitosa anotación es Arturo Pérez-Reverte. Los más de 20.000 lectores seguidores de su perfil en la red social Twitter pudieron así conocer el menú casero del escritor una noche de la pasada semana.

La actividad de Pérez-Reverte en la red social en la que cada participante relata lo que le ocurre, piensa o cena es febril. Además de servirse de ella para enlazar sus artículos y anunciar novedades, responde uno a uno a todos sus seguidores, aconseja a los novelistas en ciernes acerca de cómo conjurar el miedo a la página en blanco, comenta sus preferencias literarias e incluso cuenta chistes por etapas.

Creación y cotilleo
Twitter, Facebook, Tuenti, las redes sociales han convertido la red en un gigantesco e hiperadictivo patio de vecinos donde los nativos digitales se citan, se enamoran y, en ocasiones, se matan, donde las vidas se airean como sábanas celosas y donde el Gran Hermano gasta cara de adolescente con espinillas. Escritores, editores, libreros, el mundillo literario en pleno está ahí, con mayor o menor fortuna. Los escritores españoles fueron apareciendo con cuentagotas, y descubrieron, primera a tientas y luego joviales e hiperactivos las posibilidades ilimitadas de la red social para la promoción de sus libros, como un sorprendente medio de creación literaria y, cómo no, para la satisfacción inmediata y procaz de su ego.

De hecho, los datos de las redes no hacen parecer descabellado preguntarse si acaso hay vida fuera de ellas... Facebook nació en Cambridge, Massachusetts, en 2004, como instrumento de ligoteo, y en 2010 suma 500 millones de usuarios activos. En España lo abren diariamente en sus ordenadores diez millones de personas, cinco millones y medio de ellos mujeres. Su creador, el freak adolescente Mark Zuckerberg, es a los 26 años, el más joven multimillonario de la lista Forbes, aupado sobre una fortuna de 4.000 millones de dólares, y está a punto de estrenarse un filme que glosa su exigua vida.

Sin embargo, pese a la actual ominipresencia de Facebook, todo parece indicar que Twitter recogerá en no demasiado tiempo el testigo como la más rápida y multitudinaria red social. Se sostiene en la tan peregrina cómo productiva idea de servirse de mensajes de tan sólo 140 caracteres que se muestran en el perfil de cada usuario y pueden leer y comentar todos aquellos que se hayan apuntado como seguidores suyos. Desde que Jack Dorsey fundara la empresa en 2006 ha crecido sin límite y hoy suma más de 100 millones de twitteros. Otras redes sociales son Tuenti, que arrasa entre los adolescentes o LinkedIn, para contactos entre profesionales.

Actualidad y cotilleo
Entre los escritores, Facebook es la reina. Allí se enlazan por afinidades, cotillean la actualidad literaria a cuenta del “fraude Franzen” o el risible “plagio de Houllebecq”, comentan sus lecturas diarias, anuncian, algunos machaconamente, sus últimos libros y cortapegan, como el resto de los mortales, sus fotos estivales. Twitter es notoriamente menos hollado pese a que, en realidad, su brevedad y rapidez pueden resultar mucho más adecuadas para la promoción, además de para satisfacer a los lectores más necesitados de cariño, como ejemplifica el caso de Pérez-Reverte. Y pese a que limita sus intervenciones a 140 caracteres ya existen novelas escritas a golpe de tweet, como Serial chicken, de Jordi Cervera.

Entre los autores más vendidos lo habitual no suele ser llevar en persona las riendas de su perfil en las redes. Ni siquiera actualizar sus estados con regularidad. Llevados las más de las veces por sus editores no son más -ni menos- que gigantescos foros de encuentro de entusiastas seguidores. Es el caso de Gabriel García Márquez, en cuyo rincón en Facebook se citan más de 200.000 fans. Allí, la ausencia del autor se cubre con incansables discusiones sobre sus libros, listados de obras preferidas y entrañables declaraciones de amor por sus personajes. Escribe, por ejemplo, un tal Reison Velásques:“Estoy enamorado de Remedios la Bella, no puedo respirar cuando pienso en su belleza perturbadora, que me desvela cada noche y me ahoga la angustia de pensar que un dia desaparecerá, entre las nubes al son del aleteo de las mariposas”.

La suma de amigos / seguidores es una de las características esenciales de las redes sociales y estimula la glotonería más insospechada. La página de Carlos Ruiz Zafón en Facebook tiene 25.000 seguidores. Fernando Marías cuenta con 3.630 amigos en Facebook. Incluso el pantallófobo Mario Vargas Llosa luce 20.000 seguidores en Facebook y más de 10.000 siguen sus tweets -los de quien le lleva el perfil, más bien-. Son números importantes aunque aún muy alejados de los casi 300.000 seguidores del Twitter de Palahniuk. Por no hablar de los más de 6.000.000 que siguen a Lady Gagá. Pero son amores distintos...

Demasiadas solicitudes
Sin embargo, la actividad de algunos importantes narradores en las redes resulta errática. Lorenzo Silva no actualiza su Twitter desde hace más de veinte días y su actividad anterior no superaba el comentario por mes, para decepción de su centenar de seguidores. Otros, como Jorge Volpi se han visto tal vez superados por las multitudes virtuales como muestra el hecho de que su perfil en FB avise al lector que busca su amistad que el mexicano “tiene demasiadas solicitudes pendientes”. Por contra, los hay que no paran. El peruano Ivan Thays, activísimo, no deja un hueco de las redes sin tocar y, sin embargo, su bulímica deglución de información literaria -su blog es lo primero que consultan a diario editores como Jorge Herralde- sufrió una radical mutación el pasado julio. ¿El motivo? El Mundial de Fútbol de Sudáfrica que trocó, durante todo un mes, los comentarios librescos por los de las jugadas. Minuto a minuto, sin exagerar.

Las páginas en las redes sociales de Almudena Grandes, o Javier Marías registran una actividad dispar. La de Grandes, gobernada por sus fans, cuenta con dos años de existencia, casi 3.000 seguidores y escaso movimiento. Prueba de su resonancia internacional, el rincón más visitado en Facebook de Javier Marías es italiano. Su creador explica a los más de 2.000 lectores que Marías “è considerato il più importante autore dell'attuale letteratura spagnola”.

Resulta curioso el caso de Vila-Matas. Digno de la escritura de su autor, que disfruta, gozosa, de las imposturas literarias, el fan que lleva su perfil en FB, se ve obligado a defenderse de la acusación de ser Vila-Matas: “como creador y administrador de la página fui obligado a identificarme como Enrique Vila-Matas”.

Altares de la memoria
Lugar aparte merecen los espacios, suerte de altares a la memoria, de grandes escritores ya fallecidos que se sostienen merced al esfuerzo y entusiasmo de comunidades de aguerridos lectores. En el de Miguel Delibes en Facebook le rinden homenaje más de 5.000 amigos, entre imitaciones de milanas, y declaraciones de senectud lectora -“Yo tengo 65 años, casi tantos de lectura... ¡y de locura!”-. En el de Camilo José Cela, por su parte, la discusión anda a la greña con los sesgos politizantes con que ciertos biógrafos hurtan a muchos su lectura.

Hoy es imposible imaginar a un autor anglosajón sin página en Facebook, aunque, en general los responsables de los contenidos sean sus editoriales o agentes. Así, la de Paul Auster se debe a su editor norteamericano: cuenta con 27.577 seguidores, y ofrece, además de fotosy comentarios de los fans, el vídeo de una lectura personal de Sunset Park, última novela del escritor, inédita aún en EE.UU y realizada por el propio escritor.

En cambio, es James Ellroy quien escribe sus entradas en FB, donde no duda en insultar a los lectores que se atrevan a leer sus últimas novedades, o a quienes, peor aún, ni siquiera lo intenten. Incluye 118 fotos, tres vídeos, tiene 2.139 amigos, y permite que le envíen mensajes, a la altura, a ser posible de su negro talento. La de Jonathan Franzen, el flamante autor de Freedom, en cambio, se debe a sus fans y se propone “ser la mejor colección de conocimientos compartidos sobre el tema”. Los datos biográficos que se ofrecen del autor de Las corrupciones proceden de Wikipedia, con lo que se remata el juego.

El Facebook del Nobel surafricano Coetzee es tan inquietante como él: con 3.573 desencantados seguidores, sólo tiene dos entradas, ambas del 10 de septiembre de 2008. En la segunda negaba ser el escritor, porque “no puedo ocuparme de esto”, y en la primera afirmaba que acababa de comprar la ópera de Philip Glass basada en su novela Esperando a los bárbaros: “aunque no me entusiasmó el libro, es una pieza musical excelente”. Puro Coetzee.

El popular Palahniuk
Más popular resulta el ya mencionado Chuck Palahniuk, que remite a su página oficial y que ofrece 110 fotos, cinco videos, y varios mensajes. En cambio, en Twitter, son 277.582 sus seguidores, que no dudan en comentar sus últimas entrevistas y condenar a quienes tienen la mala intención de criticar al autor de El club de la lucha.

También Stephenie Meyer bate récords en Facebook y en Twitter. Con 212.385 seguidores en FB, no depende de ella, sino de, una vez más, de sus fans. Entre sus contenidos se nos describen sus gustos musicales mientras sus seguidores se enzarzan en peleas desesperadas por defender que Crepúsculo ha acabado con Harry Potter. En Twitter, donde el numero de fans se multiplica por tres debido a la juventud de sus merodeadores, la primera medida es reenviar al curioso a la página de la escritora. Luego, hay cientos de web de fans checos, españoles, estadounidenses con sus propios fotos y debates.

Mientras, su gran rival, J. K. Rowling, disponde en FB de dos espacios con 144.046 seguidores y 71.826 seguidores, respectivamente. Desde el principio, quien escribe descubre la realidad: “Yo no soy J. K. Rowling, pero quiero que a través de esta página todos podamos demontrarle lo mucho que la amamos, a ella y a sus libros”.

El zoco y la torre de marfil
¿Cómo afecta la hipervisibilidad y la cháchara a los escritores españoles interrogados? Eloy Tizón (Madrid, 1964), cuyo perfil en Facebook es un hospitalario punto de encuentro para sus más de 600 amigos, apunta que “el excesivo contacto afecta tanto al escritor como no tener ninguno. Entre el zoco y la torre de marfil debe haber algún término medio. Facebook es una especie de gigantesca sopa de letras en permanente estado de ebullición; un pulpo; un panóptico; un escaparate que tiene mucho de espejismo”.

Ricardo Menéndez Salmón (Gijón, 1971) estrena estos días novela (La luz es más antigua que el amor -Seix Barral-) y explica que se inició en las redes sociales hace unos meses: “Me gusta comprobar las afinidades electivas que dibuja y me aterra comprobar lo mal que escribe la gente en estos trances. También me espanta un poco cuando alguien escribe: ‘Me duele la cabeza' o ‘Anoche cené patatas rellenas'. Pero no por impudor. La gente está increiblemente ociosa; es decir, increiblemente sola”.

Asegura Fernando Marías (Bilbao, 1958) que Facebook le ha ayudado a vender “muchos” ejemplares de Todo el amor y casi toda la muerte, (Premio Primavera 2009). “Me fascina las fórmulas de comunicación que han generado las redes sociales. Para hablar de tus libros con los lectores son valiosísimas. Y también me inspiran, mi muro es bastate literario”.

“En este país se sigue escribiendo como si no existiera la televisión” (Ray Loriga. El hombre que inventó Manhattan). Idéntica afirmación, sólo que sustituyendo la “televisión” por “Internet”, ha sido enmendada en los últimos años por una nueva generación de escritores decididos a correr en el campo de juego fragmentario de la cultura de masas. No es extraño así que sean algunos de los nocilleros los más activos peripatéticos de las redes.

Agustín Fernández Mallo y Manuel Vilas, sin ir más lejos, aliñaron recientemente a cuatro manos una suerte de Manifiesto Facebook lúdico literario en el que secuenciaban las diferentes poses emocionales-estéticas-intelectuales que allí se prodigan. Vilas (Barbastro, 1962) defiende que “Facebook le ha venido bien a la literatura: ensancha y democratiza la difusión de los discursos literarios. Es un delirio, una casa del terror posmoderno. Hay vanidad, hay estrés, hay soledad, hay adicción, hay fotos, hay exhibicionismo...”.

Otro de los renovadores de la Literatura actual, Kirmen Uribe, Premio Nacional de Literatura por Bilbao-New York-Bilbao (2009) asegura que “la relación autor-lector está cambiando muchísimo. Ahora hay mucho más contacto. La red ha sido un motivo de inspiración muy importante en mi novela Bilbao-New York-Bilbao. ”.

“Amigos de la mili”
A Rafael Reig (Cangas de Onís, 1963) vacilar de número de amigos le recuerda “a aquellos tipos que tenían grandes amigos de la mili. Facebook y similares sólo sirven para hacerte perder tiempo, satisfacer las reclamaciones más banales de la vanidad y, si acaso, ligar”.

Al contrario que Reig, el escritor y ensayista Jesús Ferrero (Zamora, 1952) postula que los peligros de la red se conjuran con un control razonado de la exposición: “Las redes sociales son una especie de tam-tam de la aldea global. Lo más beneficioso es que puedo experimentar nuevas técnicas de escritura y todo clase de invenciones iconográficas y trasmitirlas inmediatamente”.

Montero Glez (Madrid, 1965), por su parte, se sirve de Facebook “para hacer propaganda de mi material. Yo me lo tomo como un juego. Al igual que cuando me iba a los billares a jugar con las máquinas de marcianitos. Es algo infatiloide, pero se trata de conectar con tus semejantes y a partir de ahí, materializar lo virtual”.

Tal vez quienes más gusten de las redes sociales con ímpetus creativos sean los poetas y, de manera especial, las jóvenes versificadoras. Y es que la Generación bloguer anda por todas partes, en las redes y en los bitácoras, cincelando versos en vivo con teclado y ratón. ¿Sus nombres? Ana Pérez Cañamares, Ana Gorría, Luna Miguel, Déborah Vukusic, Inma Luna, Rebeca Yanke...

La foto del perfil de Facebook de la poeta tinerfeña Pérez Cañamares (1968) es la de su último poemario: Alfabeto de cicatrices (Baile del Sol, 2010). Trasiega desde hace un año por allí y sabe bien de sus ventajas: “Me entero de la vida literaria de otros colegas y doy a conocer la mía; lo utilizo como trampolín para acceder a blogs y otros textos ; tengo reacciones de primera mano a mis libros. Permite una creatividad mayor de lo que pensaba en un primer momento”.

martes, 21 de septiembre de 2010

El día B: Mañana martes 21 suelta un libro por el Día Internacional de la Bibliodiversidad

Este martes 21 los libros tomarán por asalto las ciudades, desde el centro hasta la periferia, aparecerán para cumplir su destino: dialogar con el mundo. Aquí el enlace del Día de la Bibliodiversidad.





¿Cómo participar el 21 de setiembre?


1. Elige un libro que desees compartir con otro lector. 


2. Si deseas imprime este texto y pégalo en el páginas del libro: "Este ejemplar fue liberado el 21 de septiembre de 2010, durante la celebración del Día Internacional de la Bibliodiversidad. No se vende ni se ...compra, se deja en un lugar público para que otro lector lo encuentre".


3. Suelta el libro en cualquier punto de la ciudad, de preferencia en espacios públicos, como parques, árboles, estatuas, micros, y aquellos lugares donde consideres, que algún lector pueda encontrarlo. 


4. Mañana 21 de setiembre, tu libro llegará a un nuevo lector, alguien que disfrutará de tu generosidad y desprendimiento. 


El día B es organizado por la Alianza Peruana de Editores Independientes - ALPE, como miembro de la Alianza Internacional de Editoriales Independientes - AIEI. 


ALPE liberará libros en los siguientes puntos:


-Villa El Salvador 11:00 a.m.
-Plaza de Barranco 11:00 a.m.
-Parque Universitario 01:00 p.m.
-Plaza San Martín 01:00 p.m.
-Parque Kennedy 03:30 p.m.
-Plaza de Pueblo Libre 03:30 p.m



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martes, 14 de septiembre de 2010

Una noche de poesía en "Albazos"


Albazos, nuevo centro cultural ubicado en la calle Berlín 172 en Miraflores, ofrece cada semana diversas lecturas de poesía. En esta oportunidad estarán presentes, el jueves 17 de setiembre a las siete de la noche, los poetas José Pancorvo, Laura Batticani, Tatiana Berger, Héctor Ñaupari, Milagros Martínez y quien escribe esta nota, Juan Carlos de la Fuente. Están todos invitados. Se prohibe faltar.

Homenaje a la poeta Rosa Cerna en el Centro Cultural de España


Estas semanas son pródigas en acontecimientos culturales. En una sola noche, varias presentaciones, celebraciones, encuentros y reencuentros en el mundo literario, por ejemplo. A veces con el corazón dividido, a veces con el corazón íntegro, a veces con dos o tres corazones, a la manera del poeta Carlos López Degregori o de Vladimir Holán, hemos estado en un sitio, o en dos o en tres, o quizás en ninguno, pero siempre acompañando a las poetas, a los poetas y a las grandes amigas y amigos.

El jueves 16, a las siete y treinta de la noche, en el Centro Cultural de España (Natalio Sánchez 181, Santa Beatriz), la Comisión de Escritoras del PEN Club Internacional Perú rinde un merecido homenaje a Rosa Cerna Guardia (Huaraz, 1926), poeta perteneciente a la denominada generación del cincuenta, cuya obra está aún pendiente de ser descubierta y valorada en su exacta dimensión.

Los comentarios estarán a cargo de Elvira Ordóñez, Sandra Canessa,Marita Troiano y Ricardo González Vigil.

Les ofrecemos, a continuación, dos poemas de Rosa Cerna remitidos generosamente por la poeta Atala Matellini, quien hará de maestra de ceremonias. Música de piano acompañará la noche con Elsa Pulgar Vidal.



Orígenes

Yo pertenezco al viento
como una espada clavada
en un árbol secreto.
El árbol detiene el zumbido
del viento
y en él se graban todas mis palabras.
Cuando azota el viento,
hace ruido
y estremece las hojas y las hojas caen,
siento que voy gritando
en medio de la vida
con una voz desconocida.
Pero cuando orea,
cuando hay calma,
cuando hay brisa corre moviendo
las espigas
que ni los campanarios sienten,
puedo oir mi propia voz
apacible, serena, limpia
sin una sola estridencia.


Paisaje

Tengo el alma abierta como los trigales
cuando ha llovido.
No me acuerdo del sembrío
ni del molino, que astillará en su rueda
mi caída.
Miro lo que sale de mí tras las bandadas
de aves,
y, amo todo lo que regresa con el aire.
El aire tiene el don de dejarme en el pecho
la música que rinde al ave
cuando está herida.                                 


lunes, 13 de septiembre de 2010

“Bellas y suicidas”, antología de poetas preparada por Nora Alarcón se presenta este miércoles en Brisas del Titicaca




”Bellas y suicidas”, antología preparada por la poeta Nora Alarcón y publicada por Sol negro editores, se presenta este miércoles 15 de setiembre, a las siete de la noche, en la Asociación Cultural Brisas del Titicaca (Jr. Wakulski 180, altura cuadra 1 Av. Brasil). Los comentarios estarán a cargo de los vates José Pancorvo y Héctor Ñaupari.

Bellas y suicidas contiene un prefacio de Max Silva Tuesta y un prólogo de la propia Nora Alarcón. Reúne 15 voces de poetas mujeres suicidas del siglo XX. Las poetas son Florbela Espanca, Sara Teasdale, Alfonsina Storni, Antonia Pozzi, Marina Tsvetáieva, Sylvia Plath, Alejandra Pizarnik, María Emilia Cornejo, Anne Sexton, Veronica Forrest-Thomson, Ana Cristina César, Miyó Vestrini, Amelia Rosselli, Martha Kornblith y María Mercedes Carranza.

Cierro esta nota transcribiendo un poema de Martha Kornblith, la venezolana nacida en Lima en 1959 y muerta en Caracas en 1997, a quien Max Silva destaca en su prólogo con evidente admiración. Esta  admiración que por supuesto yo comparto plenamente, como aquél que a su turno escucha una sola de las voces integrantes de un coro de excelentes poetas que oscilan entre la vida y la muerte. Símbolos en desencuentro que de alguna forma han acompañado una parte del camino de Nora Alarcón, autora de este libro. Poeta que ahora nos habla más allá del dolor.


Saga de la familia

En todas las casas
siempre habitará un poeta
con una hermana (que no es poeta)
que le dirá
que escriba una biografía
sobre su familia.

En todas las casas
habitará una poeta -loca además-
como aquellas que sostienen
a duras penas
sus propias biografías desdeñables:
Ellas avizoran pasados autistas
mujeres que dicen palabras soeces
dan tumbos a medianoche.

En todas las casas
habitará un primo lejano -que vive en otro país-
y que busca (en inglés)
la génesis de la familia.
Conoció, hace años
a esta pariente esquizoide
(tan callada, tan lejana -dijo-)
(So quiet, So Withdraw)
No la reconoció en su última foto.
(lucía tan diferente)
(She looked so different, so atractive, so outlocket)

En todas las casa
habitará una hermana poeta -loca además-
que busca su propia desdeñable
génesis (aquella que ya conocemos)
En todas las casas
habitará una hermana
que le pedirá a su hermana poeta
que escriba la historia
de la familia
Esta poeta (loca de la casa)
pasará a formar parte de esta saga
el día en que deje el teléfono
desconectado
en el filo de la madrugada.


(Martha Kornblith)


jueves, 2 de septiembre de 2010

Escribit 2010: II Jornada sobre Literatura y Nuevas Tecnologías


Leyendo Noticias al día nos enteramos de la realizaciòn de Escribit: II Jornadas sobre Literatura y Nuevas Tecnologías que se celebrarán del 26 al 29 de octubre de 2010 en Zaragoza, España.

Esta actividad es organizada por la Asociación Aragonesa de Escritores, con el patrocinio de los Departamentos de Ciencia, Tecnología y Universidad y de Educación, Cultura y Deporte del Gobierno de Aragón.

El objetivo, es: continuar la línea de debate y prospección  -abierta en la edición del año 2009 con excelente acogida- del futuro de las actividades creativas en general y de la literatura en particular en la época de la comunicación digital, tanto sobre los aspectos más puramente creativos y estéticos, como sobre los nuevos canales y soportes de difusión, o la nueva economía on line, centrándonos en este año 2010 de manera especial en el ámbito concreto de la edición digital.

Se ofrece como ejemplo:

 – La edición digital como herramienta creativa y de laboratorio : formas y fórmulas de la literatura electrónica, redes de colaboración y comunicación, propuestas creativas..


– Edición digital: ¿nuevo mercado o nuevas formas de mercado?


– Relación entre los dos puntos anteriores: cómo pueden influirse mutuamente de ahora en adelante


- Cómo salvar y conciliar las enormes diferencias de conocimiento y alfabetización digital existentes entre distintos individuos y sectores del ámbito creativo y de la sociedad en general.


- Cuántas cuestiones puedan suscitarse en el ámbito de las nuevas formas de la vida digital de la edición.


Y por otro lado, difundir el uso de las herramientas informáticas entre los creadores y escritores todavía poco familiarizadas con ellas, a través de los talleres formativos programados de manera paralela.

En el programa figura la exposición del peruano Martín Rodríguez-Gaona, quien recientemente publicó Mejorando lo presente. Poesía española última: posmodernidad, humanismo y redes (Caballo de Troya, 2010). Este escritor hablará sobre Creación, literatura y redes sociales: fórmulas de colaboración y difusión.


Alberto Manguel reivindica el poder de la literatura contra la manipulación comercial y política


En su libro La ciudad de las palabras el escritor argentino Alberto Manguel "no está anclado en el pasado. Quiere medirse con los retos del presente", señala el periodista Javier Rodríguez Marcos en el diario El País.

Añade que estos retos son dos: el elogio de la facilidad y la negación de la inteligencia, y reproduce lo dicho por Manguel: "Vivimos en una época en la que valores como brevedad, superficialidad, rapidez y simpleza son absolutos. Nunca lo habían sido. Los valores que desarrollaron nuestra sociedad fueron los de la dificultad (para aprender a sobrellevar los problemas), la lentitud (para reflexionar y no actuar impulsivamente) y la profundidad (para saber adentrarse en un problema). Si se prescinde de esos valores se obtienen reacciones banales fácilmente manipulables".

A continuación el texto completo de la entrevista.

Sobre la mesa de trabajo de Alberto Manguel hay una pulcra fila de cuadernitos idénticos, un centenar, tantos como cantos tiene la Divina comedia. Cada día entre las seis y las siete de la mañana el escritor argentino lee un canto y anota en una de esas libretas sus impresiones. Luego desayuna. "A Dante lo guardo para mí", explica. Es decir, no está preparando un ensayo sobre el poeta toscano. "¿Sabe lo que me sigue asombrando? Que ese libro haya salido de una sola cabeza".


También asombra que la vida de Alberto Manguel -que publica La ciudad de las palabras (RBA), una recopilación de cinco conferencias sobre el valor de la ficción como aviso contra las trampas de la identidad y las mentiras de la propaganda- sea la de una sola persona. Nació en Buenos Aires en 1948 pero se crió en Israel, donde su padre era diplomático. Aprendió alemán e inglés, la lengua en la que escribe, antes que español. Tras pasar la adolescencia en Argentina -donde ejerció como lector para un Borges ya ciego-, fue editor en Londres, París, Milán y Tahití. Hoy es ciudadano canadiense pero vive en Mondion, una aldea a una hora de Poitiers, en Francia. Allí, en un antiguo presbiterio pegado a una iglesia del siglo XII, instaló hace una década los 35.000 volúmenes de su biblioteca.


Una historia de la lectura (Lumen) fue el título que consagró a Manguel, que estos días toma notas para el libreto de una ópera con música de Osvaldo Golijov que se estrenará en el Metropolitan de Nueva York en 2014.


En su jardín, el escritor demuestra que vive apartado, pero no aislado. Y está de acuerdo en que este es su libro más político. "Beckett decía que, como extranjero en Francia, no tenía derecho a opinar sobre política. Yo tengo menos paciencia y aquí la injusticia es cotidiana: se puede quitar la nacionalidad a quien ha cometido un delito como castigo para los extranjeros. El Ministerio de Identidad Nacional y de Inmigración lo hubiese podido crear Goebbels".


En su nuevo libro, Manguel rastrea la política que contiene toda literatura por aséptica que parezca. "No es inocente la elección de las historias que utilizamos para representarnos. En Argentina el poema nacional es Martín Fierro: la historia de un desertor que se opone a las leyes del Gobierno, alguien que se ve obligado a dejar a su familia y para quien la emoción más importante es la amistad. Allí no se cree en las leyes y los medios para conseguir cierta justicia personal están justificados. No podría ser la epopeya nacional suiza".


Pero La ciudad de las palabras no está anclado en el pasado. Quiere medirse con los retos del presente. Para su autor, dos: el elogio de la facilidad y la negación de la inteligencia. "Vivimos en una época en la que valores como brevedad, superficialidad, rapidez y simpleza son absolutos. Nunca lo habían sido. Los valores que desarrollaron nuestra sociedad fueron los de la dificultad (para aprender a sobrellevar los problemas), la lentitud (para reflexionar y no actuar impulsivamente) y la profundidad (para saber adentrarse en un problema). Si se prescinde de esos valores se obtienen reacciones banales fácilmente manipulables".


El peligro, según Manguel, alcanza al propio desarrollo humano. "Nos define como especie el poder de reflexionar y de imaginar. Estamos convirtiendo las escuelas en centros de adiestramiento. Han dejado de ser sitios en los que la imaginación se desarrolla gratuitamente, por ninguna otra razón que para desarrollarla, y exigimos que la educación rinda cuentas. La ministra francesa de Finanzas lo dejó claro: hay que pensar menos y trabajar más. Se trata de crear esclavos consumidores: nadie que piense dos minutos compra unos jeans rasgados por 300 euros". Lo peor, además, es que muchos han terminado por creerse su propia propaganda. "Se desprecia la inteligencia de la gente diciendo que es incapaz de enfrentarse a un libro complejo. El resultado es que en EE UU muchos autores literarios solo publican en sellos universitarios", dice Manguel. El ensayista alerta también contra cierta literatura reciente -apunta un nombre: David Foster Wallace- que echó los dientes con el pop art y que considera un valor lo que era tradicionalmente objeto de crítica: "Lo que sucede en literatura no está separado de la política o la economía. Seguimos el modelo del supermercado: objetos de consumo muchas veces inútiles y desechables. Es peligroso buscar valores ahí porque se eliminan los niveles de lectura de una verdadera obra de arte. Dicen: quedémonos en la superficie de las cosas, admiremos la elegancia de un uniforme militar".


El autor de Una historia de la lectura asegura que es demasiado pronto para añadir un capítulo sobre el libro electrónico: "Cuando esa tecnología tenga su uso preciso y sus creadores, sí". Por lo demás, es consciente de que el trato con el libro de papel tiene mucho de costumbre, "como el que usa unas chanclas viejas porque son cómodas". Él no tiene lector de libros electrónicos, pero entiende que otros lo usen. "Me pregunto si pueden hacer con un libro electrónico lo mismo que yo con uno de papel".

Para demostrar que no tiene problemas con el mundo contemporáneo, solo con algunos de sus apóstoles, Manguel adelanta una lista de escritores a los que se puede leer "con Stevenson o San Juan de la Cruz": Cees Nooteboom, Kadaré, Anne Carson y "buena parte" de la obra de Ian McEwan. No está mal si el listón lo pone Dante a las seis de la mañana.

miércoles, 1 de septiembre de 2010

Dos poemas de "Morir es un arte", libro de Mariela Dreyfus editado por Tranvías Editores


Según Susana Reisz, en Morir es un arte, Mariela Dreyfus Vallejos pinta con palabras, horacianamente, las más diversas caras de la muerte para domesticar el dolor y volverlo objeto de contemplación estética.

Dreyfus Vallejos (Lima, 1960) ha publicado Memorias de Electra (1984), Placer Fantasma (1993), Ónix (2001) y Pez (2005). Actualmente es profesora de la Maestría de Escritura Creativa en Español de New York University.


BASTA SEÑORA DE LAS BELLAS IMAGENES

A Jorge


Te hablo de la muerte como una vieja herida.
Ésa que conocemos y ahuyentamos
que a diario nos visita y sobrevuela
nuestro lecho de amantes desvelados.

Amor: anoche –anoche justamente-
entornada la puerta intentamos atrapar el instante
tres minutos o diez entrelazados ajustados los dedos
ahuyentando a la dama de negro que aparece

en las caricaturas de la tele y en la prensa y se viste
de huracán o de hambre, de diaria cuchillada, de estallido
y leyendo noticias nos despierta y despierta a los niños
y nosotros, amor, ¿qué podremos hacer para que no se asusten
y sonrían aún y salgan correteando hasta el patio
pateando una pelota, llevando su lonchera calentita a la escuela?

Y yo, amor, ¿qué podré hacer entonces para que no se asusten
sino retroceder, olvidar esa imagen de mi cuerpo saltando
                     abierta la ventana nueve pisos
y qué haré sino aferrarme, atarme a las patas de la mesa
a la olla en que hierven las patatas, a la hora del té o la medicina?

Y tú, amor, ¿qué harás sino tomarme despacio y susurrarme
y que sea tu sombra bella sombra la que entonces
me libre de malos pensamientos y me aleje
de la señora muerte nuevamente
sólo un instante aquí y sólo ahora?


DI TÚ


¿El shock séptico cómo? ¿Cómo la vena se expande y estrangula,
cómo el aire ralo de noviembre se enturbia y luego viaja del gris
al gris oscuro y llega al negro?

En esa oscuridad duerme tu vientre. Cianótico el latido se aletarga,
las funciones declinan, la enfermera sostiene unos dedos
prontamente de luto, alelados.

Mide tu cuerpo, fragmentos de tu cuerpo.
Fijarse en la nariz, si es que respiras. Tocar el borde de tu brazo,
donde el pulso. Acercarse al recodo aún tibio de tu cuello,
vigilar y cuidar.

¿Qué hora es?, pregunto. ¿Qué hora es?, insisto, y el minuto
martillea su presencia, luego cesa. Podría gritar y grito.
Podría hundir la cara entre las manos, la cara en el colchón.
La hundo.

Son las nueve y cincuenta y siete de la noche.
Del año dos mil siete. A tus setenta y siete.
Podría estrujar ese guarismo falsamente auspicioso,
falsamente perfecto. Podría pedir que te despiertes
setenta veces siete.

Malabares y ardid: enarbolado juego de palabras.
Por ahora me calma y articula, por ahora impide
el arañazo, el golpe seco del puño en la pared.

Así estoy contigo, una vez más, estoy contigo.
Me perdonas la angustia y el atrevimiento.
Me lo perdonas todo. ¿Di, mamá?