martes, 25 de agosto de 2009

“A TRAVÉS DE LA VENA AZUL DE LAS TINIEBLAS” *

Toda la alegría para ti, querida Nelly, todo lo luminoso”. Estas palabras dichas de poeta a poeta fueron las últimas que le escribió Paul Celan a su amiga Nelly Sachs, luego de cerca de dieciséis años de correspondencia y entrega literaria (1954-1969).

Durante este periodo, ambos atravesaron los puentes más tristes y los sitios más oscuros, siempre de la mano de la poesía y la hermandad. Solos hubiera sido imposible quebrar tanto dolor, sin quebrarse antes uno o el otro en el intento compartido de vencer a la muerte.

“Paul querido, mis mejores deseos. Todos tus poemas están conmigo en tiempo de dolor”. Antes, Nelly Sachs se había dirigido así a Celan, como una despedida, y este le había respondido con un vasto horizonte sólo posible a través de las palabras: toda la alegría y todo lo luminoso.

Esto fue lo que dijo, incluso por encima de su propio ser, el poeta que en abril de 1970, quizá en uno de los mejores momentos de su carrera literaria, se arrojó al río Sena. Su amiga, Nelly Sachs murió al mes siguiente en Estocolmo. El pacto era de a dos, el pacto no incluía la ausencia, ni la muerte.

Ambos conservaron las cartas del otro como a una verdad, como a una puerta abierta a la vida, desde el comienzo de la relación epistolar: “Su carta ha sido una de las grandes alegrías de mi vida. Tiene usted conocimiento de mis cosas, las tiene consigo; por lo tanto, tengo un lugar sobre la tierra”, dice Sachs en 1957. Este es el lugar de la palabra o como decían los antiguos este es el lugar en el mundo, en la tierra y la tierra es el cuerpo de un ángel. Ambos eran ángeles.

“Usted recorre conmigo las secretas rutas estelares de mi corazón (…), señala Nelly, ¡Querido poeta, querido amigo, me resulta infinitamente agradable saber que está usted ahí”. Estar allí, es ocupar el espacio necesario de presencia para la comunión, para la comunicación.

“A la hora de escribir no es uno mismo quien conduce, ya que siempre hay alguien que ayuda, especialmente cuando se va cuesta arriba, dice Paul. No es un eco, es una verdad compartida, una fusión que dos personas asumen en forma independiente, y sin edad. “¡Nos rodean tantos corazones y tantas manos amistosas, Nelly! ¡Mira, por favor, lo cerca que están, lo numerosos que son! (…) Y veo también las palabras esperándote”.

En 1963, Celan había afirmado que al siguiente año esperaba publicar un ciclo de poemas nuevos, junto con algunos grabados de Gisèle de Lestrange, a quien conoció en 1951 y con la que se casó al año siguiente. Esta extraordinaria mujer acompañó a Celan hasta sus días finales. Y no lo hizo únicamente como esposa, sino como artista, como cómplice, como madre de Erick Celan, alrededor del que volvió a encenderse el fuego que iluminó aunque con serios intervalos de internamientos del poeta, la vida de esta familia de artistas.

Nelly Sachs amó a los Celan, los concibió juntos en el esplendor de su poesía; se sujetó a ellos cuando las tempestades la tocaron igualmente durante severos periodos. Luego, ella y Celan emergieron. Y emergió la belleza y la verdad asomó para mirarse cara a cara, despojada ya del antifaz de la locura. “Masticar / este pan, con / dientes de escritura”, señala en algún lugar Celan. Es el resurgimiento, no sé si en el pasado o en el presente, no sé si en el futuro.

Quizás, como en un párrafo de Milosz, citado por la poeta Tess Gallaguer, la filosofía de la libertad (…) consiste en ser conciente de que una elección hecha ahora, hoy, se proyecta hacia atrás y cambia nuestras acciones pasadas”. Gurdjieff consideraba que si uno sufre en este momento, le está ahorrando el dolor a alguien en el futuro.

Fuese cual fuera el origen del dolor, fuera cual fuese el nacimiento de las palabras, los seres humanos siempre están antes y con ellos sus sentimientos más auténticos y también sus pasiones más propias. Atravesar el puente para enfrentar al dolor y a la muerte es un peso gigantesco para todos los seres humanos. Pero resulta demasiado monstruoso para que solamente uno de ellos lo transite.

Sachs y Celan compartían tantos y tantos muertos por la guerra que nos les cabía más en el corazón, ni en el cuerpo entero y tampoco en el alma. Fueron hermanos que se dieron fuerza en los momentos límites, y llegaron más allá: hicieron poesía en los momentos más oscuros. Pues en aquellos momentos en que la poesía parece no tener fuerzas, es cuando levanta sus palabras y atraviesa nuestro dolor.



*Verso de Nelly Sachs.
*La portada fue sacada de Amazon.
*El artículo se basa en “Correspondencia: Paul Celan / Nelly Sachs. Editorial Trotta, 2007 y Desde el puente de los años: catálogo de la exposición de Gisèle Celan y Paul Celan, realizada en Madrid en 2004.

*Segunda foto: Paul y Gisèle Celan.

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