sábado, 22 de agosto de 2009
DANZAR
Mientras camina siente que alguien camina por él.
No importa -se dice- y arroja su sombra al viento.
Es tarde para mirar atrás, sin decidir quedarse;
demasiado tarde para hallar una razón que no sea una locura.
Le costó tanto llegar hasta aquí, que el tiempo aún continúa
buscándolo. Tanto y tanto le costó, que sus palabras están secas.
La mañana lo recibe como una noche que termina
de cerrar sus puertas, para regalarnos el afuera y la libertad.
Soy hijo del viento –se repite- mientras ensaya un primer
movimiento de árbol alrededor de un bosque
que sólo existe en él. Y ahora salta, sólo salta, quieto
como una rama que huye de sus últimas hojas. Esta mañana
todo está en pie, salvo la ausencia: una multitud de ojos
se abren y cierran como si una luz los acosara. Él ensaya
un lento movimiento de cuerdas alrededor de su cuerpo.
Se transporta al cielo, se suspende en el aire y luego baja
como un horizonte en la mirada. Nada sabe, lo ha olvidado
todo, un tercer movimiento es el inicio de su danza.
De su encuentro con el tiempo que lo vio nacer, que lo vio
morir, que lo vio levantarse en medio de la noche como
un atardecer perdido, en medio de las olas, más allá del desierto:
baila, baila como aquello que te crece en el vientre
y es caballo, es hombre, es ambos que regresan al encuentro
de la noche y su destino. Baila más allá de tu cuerpo.
Con actitud de fuego y de río, deja escapar las furias y las lágrimas.
Tu cuerpo es el encuentro de todas las ciudades y todos los idiomas.
Y todas las palabras.
(De "Respuestas para un actor")
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