viernes, 19 de junio de 2009

CÉSAR CALVO: “AYÚDAME A QUEDARME CUANDO ME ENCUENTRE LEJOS

"Para Elsa poco antes de partir" es quizás el poema más bello que escribió César Calvo (1940-2000), otro de los poetas emblemáticos de los años sesenta. Vital sobre todas las cosas, amó el amor hasta donde es posible amarlo y transitó los caminos de la literatura de la mano de ese poder humano y divino.

Calvo fue amigo y cómplice poético de Javier Heraud. Lo recordamos ahora, a través de esta ofrenda literaria que se ubica más allá de la muerte, y también lo escuchamos interpretar la canción de despedida de quien nunca se irá de este mundo y tampoco se irá de los otros mundos posibles.









PARA ELSA, POCO ANTES DE PARTIR

(Fragmentos)


Porque vivo hace siglos en el aire
como
un
trapecio
vacío
yendo y viniendo
de lo que he sido a lo que no seré

Porque cruzo los días como un puñal la cara del que huye,
como lápiz sin dueño sobre el papel en blanco
Porque escribo estas líneas no solamente con mi vida
sino con el jadeo de todos los fantasmas que me amaron,
de todos los fantasmas que murieron y renacieron
con el rostro vuelto a una feroz desolación,
culpándome
Porque con culpa escribo, con el lento rumor de tus ropas
cayendo en la penumbra de Ginebra, cuando aún era tiempo
y los relojes ignoraban el peligro, sus agujas
como el abrazo de un náufrago en la dichosa
profundidad,
mi boca persiguiendo tu vientre en el silencio que
precede a los incendios
y las almohadas húmedas y los ojos que ya no veré
nunca
girando en los espejos y en la noche infinita:
ayúdame a quedarme cuando me encuentre lejos
Ayúdame a quedarme cuando me encuentre lejos
En todo cuerpo que mis manos conduzcan
a la hoguera,
en todo cuerpo que mis manos alejen de la orilla,
tú seas el reverso de esa inútil victoria,
la única copa que no desdeñe después del vino fúnebre

Nada puede aprisionar el viento sino la libertad
Nada sino la libertad podría rodearnos ahora
y hacerte comprender que estuve solo
porque la intemperie no cabía en aquel cuarto sórdido
que tú insistes en llamar país, doce millones de rostros
pegados a los muros de un Orden repudiable y desleído
Porque yo he recorrido las colinas de Francia
y he visto en el estruendo verde,
en la delicadeza desbocada de junio
he visto un niño lejano y eternamente dormido
bajo un río de sangre

Y he cruzado el Pont Neuf con los ojos vueltos
al turbio origen del destello …..
Los días pasan por tu rostro como una cicatriz oscura
Ayúdame a prescindir de esos fantasmas que amo y que destruyo
y mis dedos te palpan con la voracidad de un ciego
en la noche
Me había olvidado de la noche
e había olvidado de algo tan simple y verdadero
como beber un vaso de agua, levantarme en la sombra
de los cuartos prestados,
dejar correr el tiempo todavía entre sueños
y luego despertarme con la sed en tu cuello
Me había olvidado que la vida también está hecha
de todos estos ínfimos, esos heroicos acontecimientos
que se cumplen a tientas
entre un cuerpo desnudo y otro cuerpo desnudo,
entre el cauce del río y el vaso de la boca
Me había olvidado de escribir simplemente,
como quien bebe o ama, sin que el Olimpo se me suba a la cabeza
Me había olvidado que un poema se prepara con minuciosa alegría
como un regalo que ya nadie espera,
y se moldea con urgencia
y violencia, con irrepetible,
con irremediable ternura,
como hacerle el amor a una mujer que va a morir mañana

Me había olvidado que te vas a morir mañana
Ayúdame a ser el caminante que no pide nada
Me había olvidado que me voy a morir mañana
que no pide nada sino un poco de camino …..
pero que yo no me dé cuenta …..
que no husmee tu mano
me había olvidado
el receloso animal que me habita…..
…ayúdame a no olvidarte
y la pesada piedra que me amarra hacia el fondo
sea una pompa de jabón, las alas de un dulcísimo castigo
Ayúdame a ser el caminante que no pide nada
sino un poco de camino,

un tronco de sombra junto al fuego
Pero que yo no me de cuenta,
que no husmee tu mano el receloso animal que me habita
el desolado animal que me habita en la noche
y en el día
deja abierta la puerta para que tú regreses o me vaya

Ayúdame a quedarme cuando me encuentre lejos
cuando me encuentre lejos de la memoria
que me devuelves sin proponértelo
como quien llena un vaso de agua simple
y en el gesto de su mano extendida caben todos los mares …..

Ayúdame a quedarme cuando yo haya pasado
cuando yo haya pasado sobre el papel en blanco
como un cuchillo por el rostro
de estos días
en donde tú ya eres
la sonrisa que insiste cuando los labios cesan

El mar se abrirá entonces
y ha de pasar en medio
de las olas
ese
niño
indefenso
y en su mano nosotros como el último fósforo.






Aquí pueses conocer más sobre César Calvo.

2 comentarios:

Lauren Mendinueta dijo...

Juan Carlos, lo maravilloso de tu blog es que siempre encuentro una sorpresa que me hace creer más en la Literatura. Nunca leí a Calvo, pero este poema es magnífico. Un abrazo

Juan de la Fuente Umetsu dijo...

Gracias,Lauren. Así es la poesía siempre: una sorpresa.

Un abrazo, poeta.

Juan Carlos