CÉSAR CALVO: “AYÚDAME A QUEDARME CUANDO ME ENCUENTRE LEJOS ”
"Para Elsa poco antes de partir" es quizás el poema más bello que escribió César Calvo (1940-2000), otro de los poetas emblemáticos de los años sesenta. Vital sobre todas las cosas, amó el amor hasta donde es posible amarlo y transitó los caminos de la literatura de la mano de ese poder humano y divino. Calvo fue amigo y cómplice poético de Javier Heraud. Lo recordamos ahora, a través de esta ofrenda literaria que se ubica más allá de la muerte, y también lo escuchamos interpretar la canción de despedida de quien nunca se irá de este mundo y tampoco se irá de los otros mundos posibles. PARA ELSA, POCO ANTES DE PARTIR (Fragmentos) Porque vivo hace siglos en el aire como un trapecio vacío yendo y viniendo de lo que he sido a lo que no seré Porque cruzo los días como un puñal la cara del que huye, como lápiz sin dueño sobre el papel en blanco Porque escribo estas líneas no solamente con mi vida sino con el jadeo de todos los fantasmas que me amaron, de todos los fantasmas que murieron y renacieron con el rostro vuelto a una feroz desolación, culpándome Porque con culpa escribo, con el lento rumor de tus ropas cayendo en la penumbra de Ginebra, cuando aún era tiempo y los relojes ignoraban el peligro, sus agujas como el abrazo de un náufrago en la dichosa profundidad, mi boca persiguiendo tu vientre en el silencio que precede a los incendios y las almohadas húmedas y los ojos que ya no veré nunca girando en los espejos y en la noche infinita: ayúdame a quedarme cuando me encuentre lejos Ayúdame a quedarme cuando me encuentre lejos En todo cuerpo que mis manos conduzcan a la hoguera, en todo cuerpo que mis manos alejen de la orilla, tú seas el reverso de esa inútil victoria, la única copa que no desdeñe después del vino fúnebre Nada puede aprisionar el viento sino la libertad Nada sino la libertad podría rodearnos ahora y hacerte comprender que estuve solo porque la intemperie no cabía en aquel cuarto sórdido que tú insistes en llamar país, doce millones de rostros pegados a los muros de un Orden repudiable y desleído Porque yo he recorrido las colinas de Francia y he visto en el estruendo verde, en la delicadeza desbocada de junio he visto un niño lejano y eternamente dormido bajo un río de sangre Y he cruzado el Pont Neuf con los ojos vueltos al turbio origen del destello ….. Los días pasan por tu rostro como una cicatriz oscura Ayúdame a prescindir de esos fantasmas que amo y que destruyo y mis dedos te palpan con la voracidad de un ciego en la noche Me había olvidado de la noche e había olvidado de algo tan simple y verdadero como beber un vaso de agua, levantarme en la sombra de los cuartos prestados, dejar correr el tiempo todavía entre sueños y luego despertarme con la sed en tu cuello Me había olvidado que la vida también está hecha de todos estos ínfimos, esos heroicos acontecimientos que se cumplen a tientas entre un cuerpo desnudo y otro cuerpo desnudo, entre el cauce del río y el vaso de la boca Me había olvidado de escribir simplemente, como quien bebe o ama, sin que el Olimpo se me suba a la cabeza Me había olvidado que un poema se prepara con minuciosa alegría como un regalo que ya nadie espera, y se moldea con urgencia y violencia, con irrepetible, con irremediable ternura, como hacerle el amor a una mujer que va a morir mañana Me había olvidado que te vas a morir mañana Ayúdame a ser el caminante que no pide nada Me había olvidado que me voy a morir mañana que no pide nada sino un poco de camino ….. pero que yo no me dé cuenta ….. que no husmee tu mano me había olvidado el receloso animal que me habita….. …ayúdame a no olvidarte y la pesada piedra que me amarra hacia el fondo sea una pompa de jabón, las alas de un dulcísimo castigo Ayúdame a ser el caminante que no pide nada sino un poco de camino, un tronco de sombra junto al fuego Pero que yo no me de cuenta, que no husmee tu mano el receloso animal que me habita el desolado animal que me habita en la noche y en el día deja abierta la puerta para que tú regreses o me vaya Ayúdame a quedarme cuando me encuentre lejos cuando me encuentre lejos de la memoria que me devuelves sin proponértelo como quien llena un vaso de agua simple y en el gesto de su mano extendida caben todos los mares ….. Ayúdame a quedarme cuando yo haya pasado cuando yo haya pasado sobre el papel en blanco como un cuchillo por el rostro de estos días en donde tú ya eres la sonrisa que insiste cuando los labios cesan El mar se abrirá entonces y ha de pasar en medio de las olas ese niño indefenso y en su mano nosotros como el último fósforo. Aquí pueses conocer más sobre César Calvo.
2 comentarios:
Juan Carlos, lo maravilloso de tu blog es que siempre encuentro una sorpresa que me hace creer más en la Literatura. Nunca leí a Calvo, pero este poema es magnífico. Un abrazo
Gracias,Lauren. Así es la poesía siempre: una sorpresa.
Un abrazo, poeta.
Juan Carlos
Publicar un comentario