miércoles, 3 de octubre de 2012

Poemas de María Marián (seudónimo de Raquel Prialé Jaime: Huancayo, 1927)



Durante muchos años María Marian (seudónimo de Raquel Prialé Jaime*), se ha dedicado casi secretamente a la poesía como una forma de vida. Y es que, como recordaba el magnífico Rilke en Cartas a un joven poeta, la poesía es sobre todo el resultado patente de una necesidad. Si no se necesita escribir poesía para existir, entonces no se es poeta.

Los textos de María Marián, sin embargo, han llegado a su destino (el lector) con su primer libro Como cuando se riega jacintos tiernos (Lancom ediciones, 2012), colección de poemas que se hizo publica en la última FIL de Lima y de la que se ha escrito lo siguiente: "A sus 85 años, la poeta peruana María Marián (...), se ha convertido en una pionera de las voces poéticas femeninas. Junto a una lírica intensa, su reciente publicación Como cuando se riega jacintos tiernos, exhibe una clara relación con el paisaje andino y una gran sensibilidad frente a los desgarramientos sociales". (Caretas, 8 de setiembre 2012).

Mañana, a las siete de la noche, en la librería Crisol del Óvalo Gutiérrez (Av. Santa Cruz 816), todos estamos invitados a la presentación de este enigmático libro. A continuación, va una muestra de su poesía, que el poeta Fernando Obregón ha tenido la gentileza de enviarnos:


APURO DE SOÑAR CONTIGO

Escribo y el lápiz me acompaña
en el apuro de soñar contigo,
con las velas al viento y los cabellos flojos,
con todo el decorado del lecho
y la sábana blanca y el temor dulce
de verme sin ropas,
oprimirme a ti, costado a costado,
y esperar en fragua el beso en la nuca
voltearme, tomarte la oreja,
que mi boca juegue con ella y
anhelar  que respondas
con el rojo de tus ojos
quemando mi tamaño.
Tal vez habremos llegado a las olas
más altas, a la torre, a la copa,
para lanzarnos veloces detrás del deseo
del amor hecho sauce.
¿Veremos qué tienes, qué tengo en el cuello,
serán tus ojos, tus brazos o todo tu cuerpo?
¿Y esa tierra de uvas ya es nuestra?
Quizá el vino no corra por las calles todavía,
ni la caña alumbre nuestras bocas.
Te espero amor, vino y caña,
con el temor del gusto grande, con el
vaso torpe y con la boca abierta.


HOJARASCA

¿Recuerdas cuando tomándome enlazada y
apretándome el talle me dijiste,
no te dejaré nunca porque te amo?
Nunca hasta cuando hayamos caminado todo el trecho claro
y recogido las magnolias y llenado la cesta de cerezas.

He esperado trémula la hojarasca sobre mi pecho tibio.
Han caído secas y el viento se las ha llevado
He esperado a la lluvia, al sol y al agua correr por mis senderos.
Todo ha pasado como rumor de viento seco, desvanecido.
¿Qué hiciste de mis ojos que hoy están tristes?
No hay cerezas, ni magnolias, ni las pajas de mi techo.

Me he juntado con la angustia y ya estoy vieja.
¿Qué haré cuando llegues y me pongas un beso en las mejillas secas?
¿Qué camisa quedará en mis senos?
La de filo azul se ha deshilachado toda
y la rosada está pendiente de las ramas.
¿No estaré fea por lo mucho que he llorado?
Tremenda lucha, feroz carrera.
Quiero estar en el umbral después de muerta todavía.


SIGAMOS LLOVIENDO

La lluvia desprendida de los rayos
avisa que será larga su pena  esta noche,
hasta en las hojas se forman las acequias de prisa.
La lluvia golpea sin pausa mi techo,
está triste y me pone triste.
Las dos estamos cayendo
desde hace mucho tiempo y seguimos
sin saber por qué tanta caída.
Llueve, llueve sin parar.
¡Ay! Sigan las acequias su
camino, sigan las nubes
regando mi techo, sigan las hojas
mustias, sigan de noche,
aunque este amor que me quema
este anhelo de hijos
plague las paredes y el suelo
de mis años,
aunque esta boca roja bese la almohada,
aunque este gritar me ahogue la pena
sigamos lloviendo.


AÑOS VIVIDOS

Devolver los años ya vividos y quedarme
sólo con el momento del encuentro.
Tú y yo, sin años, sin tiempo;
sólo con los versos que para ti escribí
amado mío:
versos, lágrimas, gemidos.


LE DIJE A LA BRUJA DEL AIRE

Le dije a la bruja del aire y del viento
que me tejiera una capa llenita
de flores para envolverte siquiera
hasta las diez de la noche,
Pero, ay, el precio que me pidió
fueron las estrellas todas
en un collar enzarzadas
y yo apenas he juntado a las que
veo desde mi ventana.

(Del libro: Como cuando se riega jacintos tiernos, Lancom ediciones, 2012).

1 comentario:

María José Flores dijo...

Me gustó "Apuro de soñar contigo". Saludos!!