Manuel Liendo Seminario (Lima, 1959) es uno de los poetas más representativos de la llamada generación de los ochenta. Manuel estudió Literatura en San Marcos donde compartió aulas, poemas y vivencias con otros importantes vates de su promoción y conoció a poetas mayores como Carmen Luz Bejarano, Washington Delgado, Pablo Guevara y Francisco Bendezú, entre otros.
El próximo miércoles 9 de diciembre, a las 3:30 de la tarde, en la Sala del Mudo de la Feria del Libro Ricardo Palma, presenta su nuevo poemario, Tubular Bells, editado por Tranvías Editores. Antes ha publicado De partisanos y otras mudanzas, 1988; Tanto enamorarse para morir,1999, 2004; Leopoldo relata,2007. En las siguientes líneas les presentamos un texto sobre Tubular Bells, escrito por el poeta Ljudevir Hlavnikov y en exclusiva un adelanto del libro.
"El destino de lo elemental no se ve con los ojos. Un estar atado detrás de las sombras y descifrar ese nudo ya no materia viva sino materia distendida en la proyección. No se ve lo que desaparece, siendo. Tubular Bells cabalga
sobre la cinta acústica de esa distensión entre lo que es y ya siendo, fue. No hay lenguaje barroco in strictu sensu, antes bien, una proliferada masa que difiere, dista, dimite entre las sombras de un espectáculo, sin mayor ausencia que la conjunción de los cuerpos. Múltiple y caótica polución de la forma que queda usando
la repetida concatenación de hábitos y melodramas de un cotidiano despertar en los infiernos. Manuel Liendo atenaza su lenguaje contra el tiempo, y estructura una caída libre al fulgor del angst y lo orgásmico.
Me cortaron en pedazos, amor, antes sacaron mi espíritu psicodélico/ y lo arrojaron al mar lloraron tanto sus torrentes que se diluyeron formando un archipiélago.
Surge otra lengua entonces de estas campanas tubulares, una en la que los restos de la historia se apuran al morir, al reunirse. ¿En qué dimensión estamos? ¿Los cuerpos retorcidos acaso de un amor o de una furia, pueden acaso llevarnos a ver el largo paisaje después de la alambrada? Manuel Liendo exhibe su certera y glisante quebradura, por donde el lenguaje añora ser todavía un oficio de cuerpo entero. Y es ahí donde calla para dejar a la luz, el trazo, corrupto e inconcluso de un devenir en profundis". (Ljudevir Hlavnikov)
UN ADELANTO DEL LIBRO
Tubular bells I
Silenciosos los cuerpos deslizan su divina tersura
Rozan bellos frisan la piel y domestican la caricia
Erosiona la voluptuosa timidez gargantas atragantadas
Respiran débilmente flotando dádivas restos responsables
Susurrando fijos bemoles hipnotizados su suavidad sucia
Interiormente fluctúan las reconocidas salivas espurias
Longuita la inmediatez amor la sordidez amor la tímida
Penumbra de la cubeta corazón hipervocablos cabalgan
voltean tu cuerpo dudoso tu cuerpo sustenta el cínico
Placer ausente de la dolorida conjunción
Atraso verbenas y nadie sulfúrico podrá hablar
Y nadie suplicante enarbola el ciento en la mano
Porque falso es hundido y cierto mi cuerpo penetrando
Físicos doblan los sombreros y su sombra
Solo para deambular cortezas escaramuzas gimotean
Acaparando todo en su pecho reventado arí arí
Fustígame lacerando tu lengua austera muñeca
Raspando retiras tu cuerpo como una lucha
Eculicentro eludicentro esucentral epicentral
Rasgueo de guitarra atravesando una silueta de gata endemoniada
Regorgojita tu aliento bicameral tu alimento férula
Acantona mi facial desventura zaranda zaranda con ripioritmo
Fruslérico cerebro roto contra la pared de tu intonsa parvúlica edad
Mental metafísica programada por embelecos tozudos
Sábanas retrujadas por pies de dublineses juanetes porque dum dum
sorbetes digo seco digo que digo que suena bonito
acontecen unos labios míseros, labios que se coronan entre sí
me han contado consecutivamente apremiadamente y sobre todo
difieren por la antena hialóidea muta la distante recuperación
del espacio sideral del espacio del metropólitan zurcido
envergadura sublima las costosas comisuras de la arrechura
duplica tu esbeltez que así me duplicaron para reventar
anchuroso el trópico infantil violentado en su pupila
que sangra, que ensancha, que duele el doloroso tubo
porque ya no eres el retoño sino la silbatina de la carne
dos fases duran fieles y templan la soguilla susurrante
su cuerpo ha penetrado oblicuo al tiempo parnasiano
y las campanas desenvuelven su sonido plenamente
no hay mejores cuerpos que los entregados al insomnio sexual
y gatita soporta la mirada de todos deja que velen por tus impulsos
tu estirado cuerpo como el arco donde silabea tu áspera lengua
sus ojos son fuertes y vomitaran alfombras rojas, árboles entronchados, filudos hielos azules te repetirán la monserga
la chilla maldita la cuaderna estival
la tupida hediondez del grado avisor
no hay nada que suplante la realidad salvo tú y yo
arremolinados los ríos suben por la nubes y somos la geografía
del océano dubitante capitálica bósforo encumbrado sobre tus senos
no voltees dudosa finta durante el escarnio suspiro
tembloroso ramaje de bosques terciopelo bubónico
hoy están solos de tardes de asfalto de pan de lo que falta
fibra austera de ríos que se cruzan tejiendo la corriente
que asciende las ropas que cayeron
las manos apretando la impoluta reubicación de las normas
natura anegando el prodigio de esta cama
qué sino la sublime angustia que lame tu almíbar
aúllan afuera vértigos densos vértigos adocenados
jactan con humo para que todos miren
funciona así de costado volteando el balón de gas
comiendo la misma migaja estirando la ropa tendida
apagando todas las luces del cuarto, usando el sable
un par de lukas pa mi combi infernal
temprano mejor se estremece la ciudad
se quiebran las suelas se quiebra el ánimo brutal
estamos solos deploremos las circunstancias gongorinas
abusemos de este portento del hidrópico cantar
sentémonos calatos pasémonos las hierbas cromáticas
escurramos lenguas mendigas para siempre
intensifica los nudos ganglios como arbórea duda
nadie involucra vuestra aparición
entona la sospecha fulgurante melografía
fatua palidez que ayuda en la ciudad virreinal
congela el caudal de todo paisaje rombo
arrastra mi vida de troncos secos degolla mi silbo altanero
abre la puerta del espejo y empuja mis visiones
déjalas caer en las aguas porque ahora eres llanura
que diluye corazones que hunden los pastos
revienta los cielos déjalos descender como torrente
raspa mis codos, raspa mis rodillas, mis tobillos rotos
envuélvelos con tu muerte para no caminar juntos
hacia el horizonte bellaco hacia la estrella mugrienta
despójate de ese lenguaje plúmbico y remansa tu idiotez
incrústala en el nevado desafiante desvincula la réplica
abrázala previa mojadura de cuerpos no viaducto viasusto
vertiginando doseles el vino es mi océano
abramos toda la boca metámonos el uno y el otro
estemos un ratito en cada cuerpo
Leer testimonio del poeta sobre la escritura de Tubular Bells.
*De izquierda a derecha Michael Jiménez, Juan De La Fuente y Manuel Liendo.
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