lunes, 13 de julio de 2009

ARTE POÉTICA


Escribir impunemente. Escribir poseído por seres extraños y divinos. Escribir poseído de sí mismo. Escribir con ojos y con manos. Sin ojos y sin manos, trazar una línea otra luz en el horizonte. Escribir con la severidad de quien mata para honrar al universo. Escribir sin universo, fuera del comienzo y del final. Inundar un agujero negro de semen y de lluvia. Hacer crecer arena, árboles, corazones en un abismo, para que pueda subir la mañana hasta nosotros. Escribir culpablemente. Escribir esta verdad rosa y este deseo azul que te apuñala a traición. Escribir con libertad, lejos de la prisión de los sueños, de los viajes, de la historia. Sólo escribir. Solo escribir. En medio de la noche o en el centro del oleaje, reventar de tantas voces, tantos símbolos, tantos vestigios sin origen y sin forma. Y otra vez escribir y seguir escribiendo. Aunque reboten las palabras unas contra otras alguien las recibirá. Alguien les abrirá su casa, les mostrará sus más recónditos secretos. Palabras de todos: oraciones calladas que despiertan, se incorporan, escapan. Palabras que no vuelven, pero siempre nos encuentran. Y nos hablan.

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