Este jueves 30 de abril, a las siete y treinta de la noche, en el auditorio de la Casa de la Cultura del distrito de Jesús María(Horacio Urteaga 535), en Lima, Perú, se presentará “Madrid: una ciudad, muchas voces”, antología elaborada a raíz del “I Ciclo de Poesía Hispanoamericana y Española”, celebrado en marzo último en esa ciudad europea. A continuación, una parte del prólogo escrito por el poeta peruano Miguel Ildefonso, quien participará en la ceremonia
POETAS EN MADRID
Prólogo de Miguel Ildefondo
Este lazo poético que reúne a 19 vates contemporáneos de España, Perú, Argentina, Cuba, Chile y México, dentro del CICLO DE POESÍA HISPANOAMERICANA Y ESPAÑOLA, titulado “Madrid: una ciudad, muchas voces”, es la muestra palpable del hermoso fragor de una lengua, la lengua de Federico García Lorca, de César Vallejo, de Alejandra Pizarnik, de José Lezama Lima, de Pablo Neruda, de Octavio Paz. Es también el espejo que refleja, con “airado verbo” (cito una imagen de uno de los poetas antologados), el espíritu vivo de una ciudad cuyo hervor cultural trasciende, hoy más que nunca, toda frontera: Madrid (“rodeada de laurel infinito”, decía Neruda). Y estas son sus voces; voces que pueden hablar con dios en el metro, voces que hacen el amor en una habitación vacía, voces que nacen ante el mágico humo de una taza de café.
La poesía es lenguaje y el lenguaje es la casa del ser (Heidegger), y en esta casa encontramos distintos ámbitos en los que reconocemos diferentes tradiciones estéticas, las cuales han guiado cada registro personal. Estas vertientes poéticas son:
Poesía mítica y simbolista. En este grupo hallamos a Nora Alarcón, con una poiesis de los elementos que fluctúan en sus vaivenes temporales o cíclicos: “el viento secaba esas lágrimas/ siguiendo las huellas del reloj”, y en una dinámica con lo concreto: “sumergido en este galope sin estribos/ en un zaino desbocado de vacío”. El poeta Miguel Ángel Gara tiende a la reflexión: “Una sombra caía camino de la casa/ y puede que la sombra deslizándose/ fuera una sombra ajena”; la agudeza en la mirada aproxima lo vasto a lo terrenal: “La/ imaginaria/ forma de una gota/ evaporada y transportada/ del océano aún tibia a la palma/ de la mano, que un ojo imaginario mira/ fijamente”, he ahí el resumen de lo que es este arte. La poesía de Alberto Lauro gira en torno al tema del sentido de la vida; sus referentes son históricos, Delfos: “Cruzar el mar. Perdido en las ciudades. / Pasar entre las brumas la intemperie. / Inerme está el que para siempre escapa/ extranjero hacia la noche de las islas.” O Bizancio: “Un día amanecieron las casas desiertas, / los templos vacíos, / los pergaminos quemados. / El ejército enemigo/ había tomado mejores posesiones.” Juan Soto es un poeta marcadamente simbolista: “Poesía es una antorcha/ Enciende palabras/ Ojos inmóviles/ La ansiosa mirada de la muerte.// Encendido rayo cada verso/ En el naufragio de la noche”, vemos que sus visiones expanden nuestros límites hacia nuevos conocimientos.
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