martes, 7 de junio de 2011

Palabras de Cecilia Podestá en la presentación de su libro "De cabeza sobre el pasto amarillo"



Hace poco, la poeta Cecilia Podestá (Ayacucho, 1981) presentó su primer libro de cuentos, De cabeza sobre el pasto amarillo (Punto de narrativa, 2011), en una inolvidable ceremonia que contó con la participación de los narradores Enrique PlanasCésar Gutiérrez y José Güich. Todos ellos, tuvieron palabras más que elogiosas para este prometedor debut, que la crítica viene corroborando en estos días con la aparición sucesiva de estupendos comentarios.  
Podestá sigue estudios de Literatura en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Ha publicado los poemarios Fotografías escritas (Premio Dedo Crítico Poesía 2002), La primera anunciación (2006) y Muro de carne (2008), la obra teatral Las mujeres de la caja (2003), y el libro de intervención urbana Desaparecida (2008), expuesto como instalación en el Museo de Arte Contemporáneo (Lima, 2008) y en el Tercer Encuentro de Escritores Latinoamericanos (Valdivia, Chile, en la Casa de la Memoria, otrora centro de detención, 2009). Dirige el sello editorial Tranvías Editores.
A continuación, Cecilia comparte con nosotros el texto que leyó la noche del 18 de mayo, fecha en la que presentó su libro. 
debo reconocer que si nunca tuve pudor aparente es porque lo reservé para estos viejos cuentos, escritos o empezados a escribir hace ya mucho tiempo, y antes del dni, cuando no estaba segura de si podría o no publicar alguna vez, lo que sea.  y quedaron guardados con mi primer intento sanmarquino de tener una carrera y un título a nombre de la nación. y no puedo no nombrar san marcos porque estos cuentos le pertenecen. fueron escritos entre sus pasadizos, salones y claro entre el bosque y patio de letras cuando entrar a clases era una mañana de biología o matemática que tenía mejor fin incluso en el sky[1] , a pesar de la hora. ha pasado el tiempo, pero ellos, mis personajes quedaron suspendidos a diferencia mía. mientras yo crecía para poder tocarlos nuevamente, ellos guardaron su desgracia y exigieron poco. si, tuvo que pasar el tiempo para que pueda reencontrarme con esa caravana que escribí o concebí y después abandoné. y ellos son los personajes de los cuentos que presento esta noche: lidia, darío del ollo, brígida castempaque molero y julio moreno vilcaluri, aunque debo reconocer que los dos últimos son más recientes en su escritura, pero sus nombres ya existían con otras posibles historias que no llegaron a puerto, sonido o grafía. 

y entre ellos hay una cecilia podestá-personaje, la editora del cuento cuarto, seudo escritora, seudo editora, pequeña mujercita con pretensiones de personaje ¿será que lo ha logrado? pero ella no es otra cosa que un seguro que me permite estar dentro y fuera de la ficción, entre mis personajes y como otro más, sin que puedan reconocerme, es decir, encubierta y eso ocurre cuando mis personajes son escritores y porque de dudar de mí o de la realidad, ellos no podrán tomarla, y seré yo finalmente la que los haya escrito y no permitiré de esta forma, rebeliones. por eso hay una cecilia podestá-personaje, para descubrirse si alguna vez julio moreno vilcaluri me toca la puerta para exigirme sus cuentos y porque yo le hice creer que eran suyos. en el caso de este libro, dos de cuatro cuentos podrían pertenecerle. julio quizá moriría desolado de saber que la verdadera autora de sus cuentos y de sí mismo es la chiquilla que tiene al lado (un departamento de la oficina principal), de la que se burla, la que sueña con escribir más que con cualquier otra cosa y sin lograrlo, fracasando una y otra vez y cuantas veces sea necesario. de igual manera yo moriría si descubro que mi autor, de ser una ficción (eso a veces no lo dudo) podría ser por ejemplo, la chica amable de las fotocopias o la chica idiota con la que comparto algunas clases y que me mira con desprecio gratuito. si descubriera que son mis escritores, mis autores encubiertos, los mataría. en fin.

bueno, después de publicar dos poemarios y medio y una obra de teatro y media, alguna tarde empecé a contar, no a escribir, solo a contar todo lo que no me había pasado, todo con lo que no había soñado, describiendo las tanáticas pesadillas que nunca tuve y por las que no desperté gritando y maldiciendo. cuando terminé, dos años después, celebré el último capítulo de una novela que no pensé en escribir. un tiempo después y pasados siete años, regresé a san marcos, para volver al mismo lugar que siempre fue “ese otro lugar”. quería mi título y entre otras cosas, también publicar mi novela, pero… la caravana apareció de nuevo, salvaje, sin permitirme más que ellos y me restregó contra la nariz el maravilloso hedor de la ficción y lo reconocí como si oliera bajo mi brazo el sudor de un enfermo. ellos eran fiebre nuevamente y ya exigían cuchillo en mano, lo que les debía.

dario del ollo regresaba, lidia y los rojoputa,  brígida que en ese tiempo solo tenía nombre y poca historia y claro, julio moreno vilcaluri, que era en un comienzo un hombre que vivía escondido entre los muros del estadio de san marcos, pero después fue el escritor que me roba todas las cosas de las que hablo, sólo en la ficción.

no importó cuanto tiempo pude haberlos dejado, ellos estaban ahí, aguardando, reclamando su lugar entre mis propios lugares. ellos habían llegado antes que todos, antes  que las mujeres que vivieron encerradas en una caja[2], o que mi mismísimo cristo[3] que nunca recibió los clavos como ira y porque su madre abandonó su destino virgen ofreciendo las entrañas a un anciano pederasta que la amaba y que además era su esposo.
estaban ahí, mirándome, esperando a que los saque de mi caja acabellada y los suelte dentro de las cabezas de otros para que puedan trepar en los demás y lograr existencia. brigida asumió el destino que le di: una comerciante coprolálica y julio, y yo -ambos dentro y fuera de la ficción- exigíamos lo mismo, volver a escribir los. y estaban todos fracturados y celebrándolo y porque yo había regresado para ellos como una hija pródiga. golpeé sus cabezas y las dejé ensangrentadas sobre un pasto también muerto, seco, amarillo, haciendo una ceremonia de sus cráneos pateados y abiertos por mí.

creo ahora que empecé a escribir poesía porque debía dejarlos y porque pudieron volverme loca, porque vivía por ellos y para ellos y solo era una chiquilla frágil que iba perdiendo ficción o realidad sin saber cuál era cuál. recuerdo que buscaba sus caras en personas desconocidas y al hallarlas necesitaba volverlas a cambiar porque estas mismas personas, ajenas al juego empezaban a notar que una chica los seguía por las distintas facultades y hasta dentro de los micros que los llevaban a sus casas. ellos eran los portadores físicos de lidia, de dario, de brígida…. y cómo no nombrar a gregorio pusmayayta, el taxista de la victoria que decide matar a su casera, una enana sucia y regordeta que se tiraba pedos en su cuarto para recordarle que pague la renta. a él no lo incluí en este libro de cuentos por depararle otro destino sino feliz, al menos diferente, aunque hallaran su final antes que su historia en las palabras de julio moreno vilcaluri, en el cuento cuarto. creo que tuve que crecer para poder meterlos en mi bolso de piezas horrorosas, con sus voces, con su dolor y tan delirantes como sus historias sucias. quizá hay juguetes con los que los niños no deben jugar sino hasta que crecen y porque no todo lo que se asume un juguete lo es y claro, la ficción no lo es y no debe ser otra cosa que lo más importante.

y hoy, alguien más aparte de mí puede verlos, a ellos, a mis personajes y son ustedes. lidia, dario, brígida y julio dentro de esta caja o libro, van a saltar ahora a sus cabezas y ustedes podrán ponerles cara, cuerpo, escenarios distintos a como yo los escribí y creo que eso es lo que quieren ellos, la imaginación y la cabeza de otros lectores como si fueran tierra u otras islas. hoy la caravana celebra y yo también. espero que los disfruten tanto como yo disfruté al escribirlos y al reencontrarme con ellos. gracias.


[1] imperdible bar san marquino.
[2] las mujeres de la caja. fondo editorial de la universidad nacional mayor de san marcos. 2003.
[3] la primara anunciación. ahos y zag¿firos. poesía. 2006.





*En la foto, de Mixha Zizek, aparecen de izq. a derecha: José Donayre, Enrique Planas, Cecilia Podestá, José Güich y César Gutiérrez.

1 comentario:

Benito Olmo dijo...

Enhorabuena por tu blog, ahora que lo he descubierto, creo que lo visitaré más a menudo. Estaremos en contacto.
Aprovecho para invitarte al mío.
http://milcosasquenotedije.blogspot.com/